La debilidad estratégica del PSOE
Para los medios de comunicación españoles, el Debate sobre el Estado de la Nación española es lo más similar a un debate televisado entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición de turno. Las lecturas siempre tienen esa referencia y la valoración que hagan a posteriori depende de esa concepción. En vista del desgaste que acumula José Luis Rodríguez Zapatero y de la falta de capacidad que demuestra Mariano Rajoy, la mayoría de analistas ha considerado que, comparado con años anteriores, este debate ha sido de bajo perfil. Un empate técnico que se adorna según la línea editorial del medio en cuestión.
Sin embargo, teniendo en cuenta que el regionalismo catalán -uno de los pilares del Estado español y de los sucesivos gobiernos desde la transición- ha planteado que da por roto el «pacto constitucional», parece que todo análisis que se concentre en hacer una prospección puramente electoral y una puntuación de líderes se queda muy corto. Más si se tiene en cuenta que la crisis económica tiene dimensiones bíblicas y que la pérdida de protagonismo del conflicto vasco es calculada, pero no puede ocultar la realidad. El Estado español tiene una crisis estructural en lo social y en lo político, en relación con el modelo de estado, y eso ha quedado patente. En consecuencia, si realmente alguien quiere ejercer un liderazgo, debe hacer una propuesta política que incluya cambios constitucionales.
En este contexto, a falta de una alternativa en esos parámetros estratégicos o de acuerdo interno suficiente para desarrollarla, el PSOE está condenado a la alternancia con la derecha. Es más, parece que muchos de sus líderes asumen ese hecho como algo natural, e incluso llegan a justificarlo como algo «democráticamente sano». Pero es la estructura interna del PSOE la que hace inviable una propuesta política de calado y verdaderamente sana desde un punto de vista democrático. Ahí está la verdadera debilidad de Rodríguez Zapatero, que realiza ejercicios retóricos sobre la «España plural» mientras quien le disputó las primarias en el PSOE, José Bono, resopla sobre su nuca desde la presidencia del Parlamento.