Le Tour está llegando a la meta final. Novedades: se ha retransmitido sin cortes publicitarios. Impresión: los comentaristas habituales de TVE han tenido que contar demasiado chistes para ir rellenando los huecos provocados por una edición sin excesivas emociones. La publicidad es un respiro muy grande para quienes deben retransmitir en directo los acontecimientos más anodinos o demasiado planos, sin apenas material que sobresalga dentro de un cansino transcurrir lineal.

Y este Tour nos ha parecido una carrera presidida por lo correcto, una suerte de excursión cicloturista con ciertos toques competitivos en donde se ha pretendido lavar la imagen de un negocio en muy bajo nivel de autoestima, y con una reticencia popular a prestar la atención de antaño que se ha notado, y bastante, en las audiencias, aunque en las últimas etapas, ha repuntado porque se ha sabido vender bien y parecía que en la ascensión del legendario Tourmalet se pudiera vivir una de esas épicas sesiones de ciclismo de fuerza, de riesgo, de estrategia y de poderío, una de esas batallas que levantan la admiración.

Pero no fue así, lo dijo el ciclista Carlos Sastre, «estamos haciendo del ciclismo una patraña para niñatos». Y es que está muy bien proclamar el juego limpio, rebajar al máximo las aristas y la competitividad desaforada, pero de eso a convertir todo en una cosa extraña, como que si alguien tiene un problema técnico, se tenga que parar el resto para que no se piense que se está aprovechando nadie de una desgracia y cosas por el estilo que no tienen demasiado sentido porque se trata de algo en donde las circunstancias intervienen constantemente. Y está muy bien que se lleven bien los dos primeros de la general, que se respeten, pero que atraviesen la línea de meta abrazados, forma parte de una gran patraña, de una imagen publicitaria, pero que también debe levantar sospechas: está todo apañado. No se pelea sobre la bici, se decide en otros lugares. Algunos piensan que así ganan los grandes campeones, dejando vivir al contrario, mostrándose solidario, compañero. No les niego la razón, pero lo de este año parece un pasteleo demasiado obvio.