Antonio ALVAREZ-SOLÍS Periodista
El ecosistema social
Lo dijo con la frialdad de un sociólogo que trata de pronosticar el porvenir de una nación aceptada: dentro de unos años Euskadi necesitará medio millón de inmigrantes para neutralizar el envejecimiento de su población. El cálculo es del actual lehendakari que, como se sabe, preside un gobierno radicalmente españolista. Ojo al Cristo, que es de plata. ¿De qué clase de inmigración habla el Sr. López? Yo no creo que haya inocencia en su previsión. A mí me parecería poco preocupante si el lehendakari que contempla ese porvenir fuera un vasco en entero uso ya de la correspondiente soberanía. Mejor aún, si ese cálculo se convirtiera en realidad bajo el control de un gobierno vasco con pleno poder sobre la política de inmigración, pero el Sr. López no admite que Euskadi pueda disponer en los próximos años de la independencia que garantizaría la coherencia étnica vasca para que la vasquidad no se disolviese en otra oleada de españoles seleccionados como un ejército de ocupación.
Acoger inmigrantes es siempre noble y aún productivo, pero hablo de inmigrantes que no lleguen con el convencimiento de que van a país enemigo y con la pretensión de que sólo ellos levantarán, más si se puede, la riqueza vasca. Una cosa es recibir a gentes de buena fe y, otra, a personas manejadas ideológicamente para disolver el etnicismo vasco, que es el pilar sobre el que se ha de apoyar la estructura de un pueblo si quiere pervivir. Si el lenguaje ha de usarse con honradez, una inmigración manejada por los Sres. Lópeces constituiría una agresión detestable, más aún por taimada. Quizá ponga la venda antes de que se produzca el golpe, pero sospecho el golpe.