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Una trinchera menos frente a Kosovo

Dabid LAZKANOITURBURU | Periodista

El dictamen del Tribunal de La Haya ha arramblado con una de las últimas trincheras de los que temen que Kosovo suponga otro hito, uno más, en la lucha de los pueblos por el derecho a ser Estado.

Pero la partida no ha acabado. Los mismos que blandían hasta ahora la legalidad internacional y se remitían a la ONU buscan nuevas líneas Maginot ahora que el máximo órgano judicial de la propia ONU ha hablado.

Aducen la excepcionalidad del caso kosovar, con sus miles de muertos y desaparecidos y sus cientos de miles de desplazados, albaneses y serbios, en una región convulsa como es la Balcánica.

Como si la realidad internacional de la lucha de las naciones sin Estado no estuviera plagada de excepciones, tanto en su forma más brutal (genocidio en Timor Oriental) como en formato jurídico (la legislación de excepción vigente en tantas partes del mundo, algunas demasiado cercanas).

Porque hasta ahora lo excepcional no han sido las declaraciones de independencia -siempre unilaterales- sino los acuerdos amistosos de separación como el de Chequia y Eslovaquia.

Este último se dio en un contexto geopolítico concreto -disolución de la URSS y desmantelamiento del Pacto de Varsovia-. Como circunstancial, y fruto final de la eterna lucha de intereses entre las grandes potencias ha sido el desenlace en Kosovo.

Porque, para algunos, esa es la última trinchera. EEUU está claramente alineado con Kosovo, luego su lucha y sus conquistas son un fraude. Quienes sostienen eso desde la izquierda no son sino jacobinos disfrazados. Los que lo defienden ahora desde el establishment son, simplemente, unos cínicos. Unos cínicos miedosos.

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