Crónica | Niños soldado en África
Los «kadogo», víctimas de la pobreza, la falta de educación y los desplazamientos
El reclutamiento y utilización de menores y de niños como soldados es una práctica que sobrevive a pesar de ser un crimen de guerra. La falta de educación, la pobreza, los desplazamientos forzados y las fronteras permeables son algunas de las causas que explican este fenómeno, según los expertos.
Ali ABBA KAYA France Presse
«Los niños en situación de pobreza, víctimas de abusos, que viven en zonas de guerra y tienen un acceso limitado a la educación, pueden llegar a convertirse en niños soldado (menores de 18 años)», resumió recientemente el coordinador presidente de Naciones Unidas y de la acción humanitaria para el Chad, Michele Falavigna, en la conferencia internacional que sobre el tema se celebró en N'Djamena con la participación de numerosos expertos.
Según sus datos, hoy en día se calcula que hay más de 300.000 «kadogo» (niños soldado, en lengua swahili) involucrados en más de treinta conflictos en todo el mundo.
Amnistía Internacional (AI) sostiene que los reclutadores suelen enviar a estos niños a campos de entrenamiento junto a los adultos para que reciban formación y adoctrinamiento militar y recuerda que allí reciben un trato violento y, en algunos campos, han muerto debido a las deplorables condiciones en que vivían. Tras varias semanas de entrenamiento, son utilizados, según denuncia AI, en primera línea de fuego, como carne de cañón.
«Reclutados por su propia voluntad o por la fuerza, los niños soldado son utilizados como combatientes, mensajeros, porteadores, exploradores, cocineros o para proporcionar servicios sexuales», señaló en N'Djamena Rima Salah, alta funcionaria de la Misión de Naciones Unidas en República Centroafricana y en Chad (Minurcat).
En este sentido, AI concreta que son obligados a servir como señuelos, detectores de la posición enemiga, guardaespaldas de sus comandantes o esclavos sexuales, y a menudo se les utiliza como porteadores de la munición, el agua o los alimentos y como cocineros.
En las líneas de combate, indica AI, se obliga a los niños a «cometer abusos, violaciones y asesinatos de civiles y soldados enemigos. Incluso -prosigue- se les fuerza a matar a miembros de su familia, y a algunos, a participar en actos sexuales y de canibalismo con los cadáveres de los enemigos muertos en combate». Además, a menudo «se les administran drogas y alcohol para hacerlos insensibles a las emociones cuando cometen estos crímenes».
Explotación y abuso
«La afluencia de refugiados provenientes de países vecinos y el movimiento de las personas desplazadas por los conflictos han dado lugar también a importantes desafíos para la protección de los menores», constata Unicef en un documento.
«Todos estos países están separados por fronteras grandes y permeables, difíciles de controlar y que favorecen el reclutamiento forzado o negociado, la explotación y el abuso de los niños en situación de vulnerabilidad», agrega el texto.
Cerca de las fronteras
«La proximidad de los campamentos de refugiados y de los emplazamientos de desplazados a las fronteras aumenta de manera terrible el riesgo de reclutamiento de los menores», agrega Mazou.
«Las comunidades afectadas por un desplazamiento forzoso no tienen todas las mismas capacidades de proteger a sus miembros más vulnerables como lo harían en sus casas. Las limitadas posibilidades de responder a las necesidades socio- económicas contribuyen también a que ese peligro al que están expuestos los niños se incremente», insiste.
De hecho, considera que, «de forma general, los menores que no tienen acceso a la enseñanza secundaria y a la formación profesional son más vulnerables al peligro de ser reclutados».
«La falta de acceso a la educación y las condiciones de supervivencia aumentan el riesgo para los menores que viven junto a las fronteras», apunta Unicef.
Su director general, Anthony Lake, manifiesta que los niños soldados son «jóvenes a los que se les ha robado su infancia, niños cuya única educación ha consistido en enseñarles cómo sostener un arma de fuego, niños obligados a comportase como adultos cuando todavía no son más que niños».