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Martin Garitano Periodista

Un sueño

No tengo especial confianza en las grandes Cortes Internacionales de Justicia. Tampoco creo mucho en la ONU, la Unesco, Unicef o la Cruz Roja. Por descreído, no creo ni en los Reyes Magos, lo que resulta más triste.

A fin de cuentas, la constelación de organismos internacionales creada tras la constitución de las Naciones Unidas, al término de la II Guerra Mundial, no tiene más función que la de defender los intereses de los estados miembros, algo bien distinto a defender los intereses y derechos de los pueblos.

Ahora, la Corte de La Haya ha fallado que el pueblo kosovar no vulneró principio alguno de la legalidad internacional al tomar la decisión de emprender su propio camino, al margen de Serbia. Una buena noticia, sin duda.

Pero para que no cunda el pánico, los magistrados -no olvidemos quién paga sus soldadas- han dejado muy claro que la resolución no es extensiva y que no avala el derecho a la secesión ni institucionaliza el derecho de autodeterminación. Una de cal y una de arena.

Acerquemos el caso a nuestra propia ascua. Imaginemos que un feliz día los vascos contáramos con un parlamento que representara al conjunto de nuestro pueblo. Y que hubiera en ese parlamento políticos con el coraje suficiente para explicar a la ciudadanía los pros y contras del actual statu quo y los de la emancipación. Sigamos imaginando y creamos que son, además, valientes hasta el punto de preguntar de forma clara y directa a la población sobre su opción. Y que, en buena lógica, la mayoría opta por alumbrar un nuevo Estado, la República Vasca de Euskal Herria.

Es mucho imaginar pero soñemos también que la Corte de La Haya resuelve en parecidos términos a los correspondientes a Kosovo.

El sueño se desvanece, sin embargo, cuando alguien nos susurra que el artículo 2 de la Constitución Española reza: «La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles». Y, lo que resulta más inquietante: «Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional». O sea que la ONU, la Corte de La Haya o el Sursum Corda tendrían que enfrentarse a la División Acorazada Brunete, a la Guardia Civil y a la Legión. Sería tan divertido...

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