Crónica | Salud laboral
Condena a Babcock Wilcox Española por la muerte de un trabajador
Una sentencia condena a Babcock Wilcox Española por la muerte del ex trabajador Julián Herreras por haber estado en contacto con el amianto durante su vida laboral. El juzgado reconoce que los empresarios no impusieron medidas de control y vigilancia de la salud.
Juanjo BASTERRA
El Juzgado de lo Social número 6 de Bilbo ha condenado a Babcock Wilcox Española porque el trabajador Julián Herreras Vázquez falleció a consecuencia de un mesotelioma pleural derivado del contacto con el amianto, aunque la sentencia puede ser recurrida por la empresa.
El trabajador falleció en noviembre de 2008. Trabajó en la acería de Babcock Wilcox desde el 1 de febrero de 1971 hasta el 30 de setiembre de 1992, fecha en que se prejubiló. Los casos de cáncer por amianto están surgiendo con más frecuencia, porque se calcula que en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa más de 25.000 trabajadores tuvieron contacto directo con ese mineral, aunque se multiplica por diez el número de trabajadores que han podido inhalar fibras de amianto en los centros de trabajo, en las viviendas, hospitales o bancos. Hace unos días se ha conocido que en el servicio de aguas de Durango ha aparecido un trabajador con placas pleurales, lo que supone el inicio de la enfermedad derivada del amianto.
Error empresarial
La sentencia reconoce que la dirección de Babcock Wilcox incumplió la actividad preventiva a la que estaba obligada, desde la vigilancia ocupacional y postocupacional para «el diagnóstico precoz e la enfermedad» hasta «la separación del trabajador del riesgo». Según el juzgado, «estos deberes de la demanda han sido incumplidos desde la entrada del trabajador fallecido en 1971 hasta el 30 de setiembre de 1992». También indica que «el error empresarial se basa en creer que las medidas preventivas destinadas a evitar el riesgo de amianto sólo debían ponerse en juego con quienes manipulaban directamente dicho mineral, o sustancias que lo contuvieran, limitación no prevista en la normativa, ya que la misma pretendía evitar el riesgo derivado de la inhalación del polvo o partículas de amianto, al que quedan expuestos no sólo los que entraban en contacto directo con él, sino quienes respiraban el aire contaminado con esos elementos».
Por eso, precisa que «contamos con los tres elementos básicos para que concurra la responsabilidad empresarial: el daño evidente: fallecimiento; el incumplimiento en materia de salud laboral y relación de causalidad entre ambos».
De esta manera, el juzgado obliga a Babcock Wilcox a indemnizar a la viuda del trabajador con una imporante cantidad.
Una parte de Babcock Wilcox Española, según precisa la sentencia, «se transfirió posteriormente a Productos Tubulares, que en la actualidad pertenece a Tubos Reunidos. Sus directivos desmienten que los hornos estuvieran recubiertos de amianto, pero lo cierto es que la propia Inspección de Trabajo manifiesta la existencia de planes de desamiantado en naves actualmente vacías de la empresa Productos Tubulares en las antiguas instalaciones de Babcock Wilcox Española».
Según los datos, se desamiantaron 31.000 metros cuadrados de las cubiertas de tres naves con plazas de fibrocemento.
Se calcula que en los próximos treinta años, entre 8.000 y 10.000 trabajadores vascos podrían fallecer a consecuencia de haber inhalado fibras de amianto. En el conjunto de la UE, se estima que fallecerán 500.000 trabajadores como consecuencia de haber utilizado ese mineral cancerígeno sin las medidas de prevención y seguridad. El peligro ha estado y está todavía entre nosotros.