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Obama recibe críticas desde todos los flancos por «su» guerra afgana

La filtración de los «diarios de guerra» afganos no ha provocado un seísmo pero está provocando réplicas a la estrategia de Obama desde todos los flancos. Su petición de fondos para Afganistán contó con una fuerte oposición demócrata y fue salvada por los republicanos, que tampoco ahorran sus críticas aunque en sentido opuesto. Hasta los sectores más cercanos a la Casa Blanca empiezan a dudar.

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La filtración de miles de documentos secretos sobre la guerra en Afganistán ha reforzado la posición de los sectores que defienden el regreso a casa de las tropas dentro de las filas demócratas y comienza a abrir grietas entre sus defensores, tanto sobre la estrategia a seguir como sobre los compañeros de viaje en esa aventura militar.

«¡América, despierta! La publicación por Wikileaks de los informes secretos nos da 92.000 razones para poner fin a la guerra», señaló el representante demócrata Dennis Kucinich en el Congreso, haciendo referencia a la cifra de documentos filtrados.

Respondiendo al ruego que horas antes les lanzó el presidente de EEUU, Barack Obama, la Cámara de Representantes dio el visto bueno definitivo -siguiendo los pasos del Senado- al desbloqueo de 60.000 millones de dólares para financiar la guerra en Afganistán y el envío de 30.000 refuerzos.

El proyecto de presupuesto suplementario logró 308 votos a favor por 114 en contra. Más de un centenar de demócratas votó contra la propuesta del inquilino de la Casa Blanca, que contó con el apoyo republicano.

Reflejo del resultado de la votación, las críticas llegaron desde el sector más liberal de la bancada demócrata. Uno de sus portavoces, Russel Feingold, señaló que los documentos filtrados «dejan claro que no hay una solución militar en Afganistán».

«Nos dicen que no podemos extender el seguro por desempleo o pagar para que los policías sigan en las calles o los profesores en las aulas, pero nos piden que pidamos prestados otros 33.000 millones de dólares» para Afganistán, denunció el congresista por Massachusetts Jim McGovern, en referencia al crédito que deberá negociar el Gobierno para financiar la nueva partida presupuestaria.

McGovern insistió en que los documentos filtrados a Wikileaks revelan «corrupción e incompetencia» del Gobierno títere afgano.

En esta línea, resulta significativo que Obama perdió en la votación el importante sostén de Dave Obey, presidente de la decisiva comisión encargada de repartir los fondos federales. «El Gobierno afgano no ha dado muestras de la determinación, fiabilidad y capacidad necesarias para poder llegar a un final satisfactorio», señaló éste.

La cuestión paquistaní

El demócrata Kucinich y el republicano libertario Ron Paul presentaron, además, una resolución para la retirada de las tropas estadounidenses de Pakistán. Lo hicieron basándose en una ley aprobada en 1973, tras la Guerra de Vietnam. 38 representantes votaron a favor pero el debate sirvió para poner sobre la mesa la complicada cuestión paquistaní.

El debate está ganando posiciones dentro de los sectores aún proclives a la guerra. El diario «The New York Times», una de las tres publicaciones que recibió los documentos filtrados de Wikileaks, advertía en su editorial del martes que «si el presidente Obama no puede persuadir a Islamabad para que corte sus lazos y combata con los extremistas en Pakistán, no hay esperanza de derrrotar a los talibán en Afganistán».

Las críticas le llegan a Obama de otro flanco, el de los republicanos. Howard Buck McKeon reiteró una vieja línea de ataque al acusarle de poner fecha -julio de 2011- al inicio de la retirada de Afganistán. Se sumó a ello el ex embajador en Irak Ryan Crocker, que insistió en que ello daría alas a los talibán.

El general al mando de las operaciones en Irak y Afganistán, James Mattis, tuvo que salir al paso para asegurar que se hará «un traspado de poder responsable y no vamos a irnos dejando una patata caliente».

Veinticinco civiles muertos en una explosión al paso de un autobús

Al menos 25 civiles murieron y una veintena más resultaron heridos a primera hora de ayer al estallar una bomba al paso de un autobús en el suroeste de Afganistán. La explosión se registró en un carretera del distrito de Delaram, en la provincia de Nimroz.

El Ministerio de Interior no dudó en imputar la autoría a la resistencia talibán. «La bomba ha sido detonada por los enemigos de Afganistán» y su objetivo era un convoy de las tropas internacionales (OTAN)», coincidió el gobernador de la provincia, Ghulam Dastgir Azad.

En una llamada telefónica a la agencia France Presse, un portavoz habitual de los talibán, Zabihullah Mujahed, desmintió toda implicación y apuntó a las tropas extranjeras. «No tenemos ninguna responsabilidad. Ha sido cosa de la OTAN. Quieren distraer la atención del incidente de Sangin», señaló Mujahed, en referencia a la muerte de 52 civiles por un bombardeo de la OTAN .

Situada al sur de Herat, la gran ciudad del oeste del país, y fronteriza con Irán, Nimroz es una provincia desértica con fuerte presencia talibán, aunque no sea uno de los principales bastiones de la guerrilla. Este ataque coincide con las «revelaciones» contenidas en los informes filtrados, y según las cuales Irán estaría suministrando dinero, armas y entrenamiento a los talibán.

Sea quien sea el autor de esta última matanza -Kabul se aferra a su acusación recordando que las bombas artesanales en las cunetas con la primera causa de muerte de los soldados ocupantes-, lo cierto es que compete a éstos la seguridad de la población ocupada. GARA

400 bajas

Las tropas extranjeras en Afganistán han registrado ya 400 bajas mortales en lo que va de año. El pasado junio fue el mes más sangriento, con 102 muertos. Con 521, 2009 fue el año más sangriento. 2010 lleva camino de batir esa marca.

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