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Campeonatos de Europa

Lemaitre redondea su mes mágico

El primer blanco en bajar de los 10 segundos, campeón de los 100 metros.

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Miren SÁENZ

Christophe Lemaitre se proclamó campeón europeo de 100 metros y redondeó su mes mágico. El francés, que cumplió 20 años el pasado 11 de junio, ha sido el atleta de julio. Hace justo 20 días se convertía en el primer atleta blanco en bajar de los 10 segundos (9.98). Esta circunstancia le situó en el primer plano. Ayer se colgaba la medalla de oro dejando a sus espaldas una auténtica pelea por los otros puestos del podio.

Compensó su deficiente salida (224 milésimas) con una aceleración tan bestial en los últimos metros que terminó por superar a todos sus adversarios y dejó a cuatro de ellos esperando la foto de llegada tras un cuádruple empate. Los que alimentan las similitudes con Bolt -su altura, su discreta musculatura, sus inicios en el 200 e incluso su oro en el Mundial junior- pueden tener en su aceleración otro punto de referencia.

No hubo marcas de ensueño, ni duelo bipolar, porque los demás se unieron a la fiesta. Con viento en contra de un metro por segundo, Lemaitre ganó en 10.11 y dejó a los otros a siete centésimas. Lewis-Francis, Martial Mbandjock, Francis Obikwelu y Dwain Chambers clavaron el registro (10.18) y en este orden se estableció la clasificación. «Al final, no sabía que había ganado, miré a los dos lados y tuve que asegurarme», reconoció el primer blanco que vence en el hectómetro de un Europeo en los últimos 28 años. Estaba por ver si la final le vendría grande. Lemaitre sólo lleva cinco años en el atletismo, aunque no ha perdido el tiempo. Como junior hizo sus pinitos y sus resultados confirman el nivel de la nueva perla de Annecy que atesoraba el oro en 200 metros del Mundial junior y el oro en 100 metros del Europeo junior.

Convertido en el blanco de todas las miradas, en julio ha llegado a correr entre Bolt y Asafa Powell, los jamaicanos más veloces del planeta y de la historia. Días después comparecía en Barcelona dispuesto a doblar en 100 y 200 metros ante rivales que se las saben todas.

Junto a él tenía a algunos de sus predecesores. Chambers, apartado de los Juegos Olímpicos de por vida y el gran favorito por marcas y experiencia, no pudo discutir el título al francés y fue quinto por photo finish. Mientras el nuevo prodigio de la velocidad continental celebraba su primer título de mayores, se hacía fotos con sus seguidores y contestaba a los medios con un sombrero en la cabeza, los demás esperaban el veredicto. Mark Lewis-Francis estaba encantado con su medalla de plata inesperada. El británico es joven, pero de la vieja escuela, la de los gestos y los cuerpos musculados. Su felicidad estaba justificada: «Estoy eufórico y muy orgulloso de lo que he conseguido. Para mí, es un gran día y un nuevo comienzo en mi carrera deportiva». El bronce también francés Martial Mbandjock auguraba una nueva era en las pruebas de velocidad, mientraObikwelu, el anterior campeón, que rozó el podio tiene otras prioridades «la vida y la salud» y da buenos consejos a su sucesor: «Ante todo, que siga centrado y no pierda la cabeza».

Como tampoco la perdió Eluan Abeylegesse, que restó cualquier emoción a un 10.000 ganado completamente en solitario. La carrera vivió una ruptura prematura. Las 18 participantes duraron agrupadas dos kilómetros, después se desperdigaron. Esta etíope de nacimiento y ciudadana turca desde hace once años, subcampeona olímpica de 5.000 y 10.000, es la prueba de que las apariencias engañan. Su fragilidad es pura fachada. Fuerte como ninguna, se cascó ocho kilómetros en solitario, dobló atletas, esprintó en la última vuelta y ya con el ramo de flores, disfrutó sonriente de haber cumplido pronósticos con exhibición.

Las rusas arrasan en marcha

Olga Kaniskina, dos veces campeona mundial y una olímpica de 20 kilómetros marcha, consiguió la triple corona con el título europeo. Hace cuatro años tuvo que conformarse con la plata, insuficiente para esta marchadora de 25 años que impuso un ritmo inhumano. En 2009 fue elegida la mejor deportista rusa. Viéndole competir es una distinción razonable. Los 30 grados de temperatura, acrecentados por un 66% de humedad, no afectaron a esta estudiante de matemáticas, ni a sus compatriotas Kirdyapkina y Sokolova, quizás aclimatadas tras un verano inusualmente caluroso en la fresca Rusia.

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