Se llama Carlos Alberto Torres, y es uno de los muchos puertorriqueños que luchan, día tras día, por la independencia de Puerto Rico, colonia de Estados Unidos desde hace 111 años.

Nació el 19 de setiembre de 1952 en Ponce, la segunda ciudad más grande de Puerto Rico, pero vivió con sus padres en Nueva York hasta que finalmente se trasladó a Chicago, donde estudió y trabajó como organizador comunitario.

Fue en Chicago donde el citado activista boricua trabajó duramente para lograr la libertad de cinco nacionalistas puertorriqueños detenidos en los años 50, entre los que se encontraban Lolita Lebrón y Rafael Cancel Miranda, ambos independentistas y miembros del grupo que atacó en 1954 el congreso de Estados Unidos.

Torres, considerado por sus seguidores como el prisionero político más antiguo de la historia de Puerto Rico, optó por la clandestinidad en 1976 junto a su esposa embarazada.

Sin embargo, cuatro años después, el 4 de abril de 1980, Torres fue encarcelado y condenado a 78 años de prisión en Estados Unidos. El puertorriqueño fue acusado de pertenecer a las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), organización armada clandestina que luchó por la independencia de Puerto Rico en la década de los 70 y 80.

Del mismo modo, fue acusado de conspiración sediciosa, delito por el que decenas de puertorriqueños que luchan por la libertad han sido acusados. Como señaló Jan Susler, abogada de Torres, el pasado 26 de julio, día de su liberación, los prisioneros políticos puertorriqueños «han sido encarcelados durante décadas por tener la valentía de resistir al colonialismo, algo considerado crimen contra la humanidad por el derecho internacional».

Once años más

En el año 1999, el entonces presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, tras atender las peticiones de una campaña de derechos humanos, conmutó las sentencias de doce prisioneros puertorriqueños, pero Torres no fue incluido en dicha sentencia.

Continuó con su pena de cárcel, esperando que llegase el tan ansiado año de su excarcelación, el 2024. Mientras, según ha anunciado el Comité Pro Derechos Humanos de Puerto Rico, en prisión obtuvo un grado universitario y trabajó además en el Departamento de Educación. Asimismo, se convirtió en un preciado pintor y ceramista durante su encarcelamiento.

Finalmente, tras la ansiada espera de familiares, amigos y partidarios de su lucha, Torres fue el pasado día 26 puesto en libertad en la prisión federal de Pekin, Illinois, donde ha permanecido encarcelado todo este tiempo. Ya hace un año, estuvo a punto estuvo de ser excarcelado, pero la Junta federal Bajo Palabra rechazó su libertad después de que las autoridades de la cárcel lo acusaran de poseer un arma blanca. Sin embargo, Torres negó en todo momento que fuese de su propiedad, e incluso otro recluso declaró que la figa era de él.

Mucho trabajo por hacer

«Estamos encantados de comunicar su libertad», explicó su hermana Norma Torres el mismo día de su liberación. «Durante muchos años mucha gente de conciencia ha luchado por la libertad de Carlos, y finalmente lo hemos logrado», agregó claramente emocionada.

«Pese a que esta noticia sea un motivo de alegría nos obliga a recordar a todos aquellos que aún están condenados a vivir entre rejas», dijo.

Es el caso de Óscar López Rivera, boricua encarcelado en 1981 acusado de conspiración sediciosa y de vinculación a las FALN, y el de Avelino González Claudio, detenido en 2008 acusado de participar en una operación política de la organización Partido Revolucionario de los Trabajadores Puertorriqueños-Macheteros.

El Comité Pro Derechos Humanos de Puerto Rico sigue luchando por demostrar la realidad de todos esos prisioneros políticos encarcelados en prisiones norteamericanas por defender lo que es suyo. Ahora, el Comité busca la excarcelación de Avelino y Óscar, para que ellos también puedan seguir luchando fuera de las rejas.