EL PAIS Lluís Bassets 2010/7/29.
Un gol del viejo periodismo
(...) Aunque cada uno de los documentos no aporte novedades sobre acciones y situaciones ya sabidas, el conjunto constituye una prueba acumulativa sobre la pésima situación en Afganistán, las numerosas bajas civiles, la efectividad y equipamiento de los talibanes y el ya sabido doble juego de los servicios secretos paquistaníes (...)
La revelación es en todo caso un hecho insólito, que tiene dificil parangón en cuanto a contenidos y calibre con los tan invocados Papeles del Pentágono. El voluminoso informe secreto sobre la guerra del Vietnam, de 7.000 páginas, filtrado en 1971 al New York Times por Daniel Elsberg, funcionario entonces del departamento de Defensa, era un trabajo encargado por el propio titular de la cartera, Robert McNamara, en el que quedaba probados «el comportamiento inconstitucional de varios presidentes». Los 91.000 wikileaks son la mayor colección de mensajes militares internos jamás publicada sobre una guerra, que abre un nuevo capítulo sobre el acceso a la información militar, obligará a los profesionales a replantearse cuestiones cruciales de sus sistemas de comunicación y ofrece una documentación valiosísima ahora para los periodistas y en el futuro para los historiadores.
Papeles del Pentágono y wikileaks de Afganistán tienen en común su enorme volumen, su efecto sobre la percepción pública de dos largas guerras en las que está involucrado EE UU y la reapertura del apasionante y necesario debate sobre la libertad de información y el papel de los medios en la preservación de la transparencia en una sociedad democrática. (...)
Pero la gran diferencia es que hace 40 años fue un periódico impreso quien recogió las rentas de prestigio y ahora es en cambio un portal digital, Wikileaks, quien ha convertido la publicación en una formidable operación de relaciones públicas. Wikileaks ha sabido jugar, además, en dos tableros. De una parte, como en sus muchas filtraciones anteriores, ha funcionado en la línea de los wikis, es decir, portales informativos nutridos por las aportaciones del público o crowdsourcing. Pero de la otra, ha utilizado a tres grandes medios de comunicación de prestigio en los tres países políticamente de mayor peso e influencia para convertir su acción en un golpe informativo de primera magnitud. Con este doble camino, aparentemente contradictorio, ha reafirmado las virtudes de la web 2.0, que pone los contenidos de la información en manos del público o si se quiere de la demanda, convertida en fuerza de tracción y de organización de los medios, pero, a la vez, ha valorizado al viejo periodismo clásico de oferta, en cuyas manos ha dejado la tarea de jerarquizar, analizar y transmitir al gran público.
En su golpe ha demostrado que ambos caminos no tienen por qué ser contradictorios. (...)