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«Lo importante no es el instrumento, sino que la música sea constantemente reinventada»

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Alexandre Tharaud

Pianista

Alexandre Tharaud, que inaugura esta tarde el Ciclo de Música Antigua de la Quincena Musical, es bien conocido por ser uno de los pioneros en volver a tocar música barroca al piano. Hace casi diez años que obtuvo un gran éxito con su CD dedicado a Rameau, con el que abrió el camino para que otros pianistas retomasen tímidamente este repertorio.

Mikel CHAMIZO | DONOSTIA

Tras graduarse en el Conservatorio Superior de Música de París, la carrera de Alexandre Tharaud (París, 1968) despegó al ganar el segundo premio del Concurso ARD de Munich. Destacado intérprete solista y de música de cámara, ha dedicado gran parte de su tiempo a la música francesa, y sus grabaciones con obras de Rameau, Ravel y Satie han ganado los premios más prestigiosos de las revistas especializadas. Ha tocado y encargado mucha música contemporánea, pero una de sus grandes pasiones, de la que nos habla en esta entrevista, es la música barroca francesa.

Tras muchos años en que la corriente historicista y el uso de instrumentos de época lo ha sido todo en la interpretación de las músicas anteriores a 1750, volvemos a estar en un punto en que un pianista, como usted, presenta un programa íntegramente barroco, pero tocado al piano, en el marco de un ciclo especializado en música antigua, y ya a nadie le extraña ni le sorprende demasiado. ¿Están cambiando las tornas nuevamente en el mundo de la música antigua?

Lo cierto es que hasta los años 60 hubo pianistas que tocaron mucha música barroca, como Marcel Meyer, por ejemplo. En los 70, llegaron los especialistas de la música barroca, que perviven hasta nuestros días, y desde entonces los pianistas ya no se han atrevido a tocar este tipo de música. Se definió tanto un estilo clavecinístico para esta música, que los pianistas se sentían un tanto ridículos en comparación con esos especialistas. Así que todos los pianistas dejaron de tocar ese repertorio. Todos o casi todos. Yo, hace ocho años, cuando grabé mi disco con obras de Rameau, fui realmente el primero en hacerlo, porque ya no había pianistas que tocaran esa música. En el fondo, me sentía muy responsable por lo que estaba llevando a cabo. Lo veía como algo positivo, pero me preguntaba por la reacción de la gente, si eso les asustaría.

Al parecer la gente lo aceptó con naturalidad.

Creo que hoy somos menos sectarios. La prueba es que todos los clavecinistas que he conocido me han dicho que tenía razón al atreverme con esa música al piano. Que no había razón para el miedo. Lo que importa en la música es que ésta sea continuamente reinventada. Eso es lo importante, no el instrumento, lo vital es que tengamos la impresión de que la música fue escrita ayer, no hace tres siglos, sentir que es nueva. Y para eso hay que darle siempre savia nueva.

El disco dedicado a Rameau fue, por lo que me cuenta, realmente importante en su carrera.

Fue un disco que tuvo un éxito fenomenal, al menos a mi modo de ver, y supuso un gran cambio en mi vida. A partir de entonces, hubo pianistas que empezaron de nuevo a tocar Rameau y también Couperin. Incluso pianistas que en el pasado tocaron a estos autores y luego dejaron de hacerlo, como Sokolov. Hizo falta que se publicara este disco de Rameau para que muchos pianistas se desacomplejaran, por así decirlo. Fue algo muy importante en mi vida porque me sentí muy útil. Fue fantástico el haber despertado en otros las ganas de «reapropiarse» de esa música.

Pero, teniendo en cuenta que toda su generación de pianistas ha prestado menos atención a los autores barrocos, considerando que ese repertorio era parte de intérpretes especializados, ¿de dónde le viene a usted su pasión por Rameau, Lully, Couperin y el resto de clavecinistas franceses?

No muchos, pero sí ha habido algunos pianistas que han grabado esa música. Últimamente, Vanessa Wagner, por ejemplo. A veces son discos de otros compositores, como William Byrd, pero cada cierto tiempo sale un disco con este tipo de música al piano. Respondiendo a la pregunta, en mis inicios estuve trabajando mucho sobre autores franceses como Satie, Ravel y algunos otros. Fue entonces cuando quise volver a los «abuelos» (antecesores) de esa música, indagar en ellos, y de ahí me viene esa pasión por el barroco. Yo creo que Rameau y Couperin son verdaderamente los «bisabuelos» de toda esa generación de compositores, y fue algo muy bueno descubrirlo en aquellos comienzos. Creo que estos compositores deberían ser obligatorios en el Conservatorio, eso ayudaría mucho a entender mejor la música francesa del siglo XX.

Hace unos años encargó un buen número de obras inspiradas en Rameau a jóvenes compositores. ¿Obtuvo lo que esperaba del proyecto `Hommage à Rameau'? ¿Los jóvenes compositores siguen entendiendo y apreciando la música del maestro Rameau, o se encontró con piezas que no le hacían justicia?

Yo funciono mucho por filiación. Cuando digo que Rameau es el «bisabuelo» de Debussy, me gusta también trasladar a este autor a nuestros días pidiendo a intérpretes actuales actuar como espejo de las obras de Rameau. Me gusta mucho jugar de esa manera y el resultado fue bastante fascinante. Porque, para mí, pasar de Rameau a la música contemporánea fue increíble, además de vivir ese fenómeno tan extraño que fue tocar el mismo programa tanto en festivales de música contemporánea como en festivales de música antigua.

Cambiando de tema, uno tiene la sensación de que los solistas de piano andan un poco estresados este año. ¿Cómo está siendo su año Chopin?

Es verdad que el público debe de estar un poco incluso harto de tanto escuchar Chopin. Al mismo tiempo, entiendo que para hacerle justicia a Chopin no hay que tocarlo jamás de la misma manera. Es un compositor que hay que «sudar», hay que tocarlo como novedad y con sorpresa cada vez. Yo lo veo de esa manera, y gracias a eso puedo tocar el programa Chopin que hago durante todo el año sin cansarme ni aburrirme nunca.

A usted le gusta embarcarse en proyectos originales de vez en cuando, como el ya citado de Rameau, el de Kagel con teatro musical o el de Satie con un cantante y un narrador. ¿Tiene en mente algún nuevo proyecto para próximas fechas?

No, porque estoy preparando mi próximo disco, dedicado a las sonatas de Scarlatti. Es, por eso, una nueva vuelta a la música barroca, porque ya han pasado unos cuatro años desde que saqué mi disco de Couperin. Tenía ganas de volver a la música barroca, por lo que grabar ahora Scarlatti es coherente para mí.

Tres autores barrocos que han sido adaptados al piano

Alexandre Tharaud inaugura esta tarde, a las 18.00 horas, el Ciclo de Música Antigua de la Quincena Musical que, como cada año, se celebra en el Convento de Santa Teresa y ofrecerá un concierto diario hasta el viernes, entre ellos uno, como contraste, con el prestigioso clavecinista francés Pierre Hantaï. Tharaud inaugura el ciclo especializado con un recital de piano, algo bastante inusual, pero lo hace con un programa bien escogido y pensado en torno a piezas barrocas de Rameau, Couperin y D'Anglebert. ¿Qué es lo que Tharaud encuentra de característico y diferencial en cada uno de estos autores? «De Couperin -explica el francés- he escogido piezas que son más acordes al piano. Couperin tiene muchas piezas que suenan excesivamente a clavecín. El piano puede parecer un instrumento demasiado pesado para esa música, por lo que he escogido piezas que grabé en mi disco, que son aquellas de Couperin que pueden sonar bien al piano».

El segundo set de piezas se entronca en uno de los ejes temáticos de la Quincena Musical de este año, el que recuerda el enlace matrimonial entre Luis XIV y María Teresa de Austria, celebrado hace 350 años en Donibane Lohizune. «De D'Anglebert -prosigue Tharaud- he escogido tres transcripciones que él hizo de piezas de Lully, un autor muy importante en la Francia de su época y muy cercano a la figura de Luis XIV. La música de Lully rara vez se interpreta al clavecín y menos aún al piano. Será la primera vez que yo ofrezca en público estas piezas, y probablemente la primera vez que se escuchen en un concierto tocadas al piano. Son transcripciones de la ópera `Cadmius et Hermione' de Lully».

Tharaud reserva para el final del recital a su autor predilecto y el que más famoso le ha hecho, Rameau. Ha elegido, además, una obra paradigmática del francés. «Terminaré con la `Suite en La mayor' de Rameau, que es probablemente la obra maestra para clavecín de Rameau. Es mucho más fácil tocar Rameau al piano que Couperin, porque Rameau se dirige más a la orquesta, tiene una escritura más orquestal que Couperin, más lírica, y en el piano funciona mejor», explica Tharaud, que ya grabó hace ocho años esta magnífica pieza, que gracias a la defensa de Tharaud ha entrado también en el repertorio de otros pianistas, ya que se trata de «una de las piezas barrocas que mejor se adaptan al piano». En cualquier caso, Tharaud lanza una advertencia al público donostiarra que se acerque al Convento de Santa Teresa a escuchar este atípico recital de música antigua interpretada al piano. «Tocar todo este programa al piano creo que es magnífico -defiende el francés-, pero siempre hay que tener en cuenta que es música concebida por el compositor para el clavecín».

M.C.

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