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Josebe egia

Mentiras y mitos sexuales (I)

Pleno agosto, la mayoría de vacaciones intentando alejar los problemas cotidianos. Algo imposible, porque subsisten estemos donde estemos ya que, salvo los que nos crean los de siempre, los propios van por dentro. Sin embargo, sí puede ser un momento estupendo para leer esa pila de libros que nos acompañan durante el año y a los que nunca hincamos los ojos y, como no, para practicar sexo con más desinhibición. Lástima que muchas veces esta práctica tan sana y placentera se nos queda corta, en muchos casos, debido a los mitos y falacias que nos han inculcado en nuestra socialización y que nos creemos sin cuestionarlos.

Pues bien, aunando estos dos placeres -la lectura y el sexo- merece la pena leer «Sex Mentiras» de Elisabeth Iborra, escrito con rigor y divertido. Ella en su libro no se corta, y trata temas como la masturbación de las mujeres, la homosexualidad o el sexo entre personas mayores y... lo mejor, desmiente algunos de los mitos, prejuicios y creencias sobre el sexo, que tenemos inculcados a pesar de carecer de base científica alguna.

Que las mujeres estén viviendo una auténtica revolución sexual, que el fumar disminuye la longitud del pene, que las y los adolescentes son unos irresponsables en el sexo o que los hombres disfruten más que las mujeres son algunos de los mitos que esta escritora desmiente en su libro, escrito en colaboración con el sexólogo Alfonso Antona.

Mentiras, que siguen vigentes. Es cierto que el rol sexual de las mujeres no parece haber cambiado mucho, ya que una educación tradicional, transmitida de generación en generación y arraigada profundamente en la mentalidad tanto de las mujeres adultas como de las más jóvenes, sigue manteniendo a todas en una posición distinta a la de los hombres, observando con lupa sus comportamientos sexuales. «La revolución sexual es una auténtica tomadura de pelo, nos han engañado, nos han hecho creer que teníamos total libertad pero, a efectos prácticos, seguimos teniendo un doble rasero, las mujeres que se lían con muchos son unas frescas y los hombres que hacen lo mismo son unos `machos'» destaca la autora. Además, esta educación tradicional impide a las mujeres disfrutar de la promiscuidad de la misma manera que lo hacen los hombres, pues hay «una especie de chip en la cabeza que pide más, que mina la autoestima cuando al día siguiente el hombre no llama a todo correr».

Con las concepciones acerca de la virilidad, la influencia de Internet y de las películas pornográficas también les está costando a muchos hombres disfrutar del sexo. La idea de un prototipo masculino muy activo sexualmente, les está creando miedos e inseguridades a las comparaciones, que muchas veces afecta a la libido. «Se ha creado la imagen del hombre capaz de generar varios orgasmos, de aguantar toda la noche... y ahora tienen miedo de no dar la talla», explica la autora, por lo que esta presión esta causando problemas de anorgasmia o de eyaculación precoz.

Y... se me acaba el espacio. Seguimos la semana que viene ¡A disfrutar se ha dicho!

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