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Maite SOROA

¿Periodistas o fiscales?

Ayer Ignacio Camacho, en «Abc», juzgaba y condenaba a los detenidos de Hernani y se dolía porque «el tipo que mató a Joseba Pagazaurtundúa, hace siete años, vivía tan tranquilo en Hernani rodeado del afecto y estima de sus vecinos, que el martes se indignaron con la Ertzaintza cuando fue a detenerlo junto a una cómplice». No se sabe qué le molesta más, si los hechos por los que le acusan o el afecto de sus vecinos.

La presunción de inocencia y la necesidad de probar las acusaciones policiales son algo ajeno al periodismo español, que no es periodismo, sino fotocopiadora de comunicados político-policiales.

Hay más elementos dolorosos para Camacho: «En Hernani, una de las localidades en que la Justicia dejó pasar la lista municipal de ANV, los batasunos sacaron el 46 por ciento de los votos y eligieron a una alcaldesa muy aguerrida que el otro día permitió que en el Ayuntamiento se criticara la operación de la Policía autonómica». Lo que, sin duda, le muerde el mondongo es que la izquierda abertzale consiguiera la mitad de los votos de la población. Según Camacho, juez, fiscal, detective y hasta adivinador, «en estos siete años, mientras la familia Pagaza sufría el múltiple desconsuelo de la pérdida y del aislamiento en un medio hostil, el criminal y sus coequipiers de rugby se movían en la impunidad de una apacible doble vida; de vez en cuando cometían un atentado, colocaban un coche bomba o liquidaban a un pobre concejal o a un empresario que jugaba al mus, y luego retornaban a sus confortables costumbres de deporte, tertulias y chatos de vino, socialmente blindados por el ambiente de mayoría política que resguardaba en silencio a la célula durmiente de los terroristas». Pues el juez no dice tantas cosas... Pero lo que realmente importa a Camacho es la realidad que percibe: «He ahí un retrato cabal de la existencia cotidiana en una sociedad enferma de miedo, violencia, coacción y complicidad, que apenas ha empezado a normalizarse hace año y medio con el trabajoso esfuerzo de un gobierno constitucionalista capaz de dirigir a la Policía autónoma a la persecución de los criminales en vez de a la protección de su impunidad penal, social y política». Enfermo, dicho sea con todos los respetos, estará su padre.

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