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Consecuencias de las inundaciones en asia

«El aeropuerto de Leh es un caos, la guerra. Todo el mundo quiere salir»

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RUBéN ZARDOYA
MONTAÑERO VASCO

Este iruindarra se encontraba el martes, junto a otros dos montañeros navarros, en el aeropuerto de Delhi, la capital india, a la espera de coger un avión que les pusiera rumbo a casa después de que las lluvias monzónicas que han azotado Cachemira y otras zonas del continente asiático, hayan truncado su expedición. Debido a un error técnico, GARA no pudo publicar ayer esta entrevista, como estaba previsto, por lo que pedimos disculpas a nuestros lectores y a los afectados.

¿Cómo vivió los temporales monzónicos que sacudieron Leh y que han causado más de un centenar de muertos?

Estábamos en el pueblo de Leh, en el centro de toda esta tragedia, pero la verdad es que nosotros hemos estado muy bien en todo momento. Hemos tenido mucha suerte; no nos ha faltado de nada, ni comida, ni hotel ni nada de nada. Ha sido la población local la que ha sufrido este desastre. Nosotros teníamos comida y de todo, por lo que no hemos tenido ningún problema. Los que sufrieron esta tragedia fue la gente de allí y los turistas que habían salido ya hacer trekking. A nosotros la tormenta nos cogió en el pueblo, la noche anterior al día en que íbamos a salir a hacer trekking, por lo que tuvimos mucha suerte. La tormenta fue de noche, de madrugada, por lo que nos cogió durmiendo en un hotel. La verdad es que fue una tormenta terrible, pero terrible, temo que el diluvio universal sea algo parecido.

¿Cómo conocieron el alcance de lo ocurrido?

Como he explicado antes, la tormenta fue terrible, por lo que nos dimos cuenta la misma noche, sólo que no conocíamos la dimensión de la tragedia. Al día siguiente, al levantarnos, como no sabíamos qué había pasado, preguntamos en el hotel; nos hablaban en inglés y nos decían que había habido muchos muertos, pero creíamos que no les entendimos bien por el idioma.

Nos dijeron que no saliéramos del hotel por el desastre, pero fuimos a dar una vuelta por el pueblo y fue entonces cuando nos percatamos de la dimensión de lo que había ocurrido. Vimos una barriada entera derrumbada por el barro, la había arrastrado una avalancha de lodo.

Nos dijeron que había ciento y pico muertos, pero de esto sabréis más por allá, porque aquí algunos dicen cincuenta, otros cien y hay quien dice que son mil los fallecidos.

¿Dónde se encuentran en estos momentos [martes]?

Ahora acabamos de llegar a Nueva Delhi. La Embajada española nos consiguió los vuelos para salir de Leh y hemos partido hacia las once de la mañana de hoy [martes]. Queríamos irnos cuanto antes hacia Iruñea y nuestra agencia ha conseguido adelantarnos el vuelo, así que saldremos mañana [miércoles, noche del martes en Euskal Herria] a la una de la madrugada hacia Amsterdam y de allí a Madrid.

Cuando ocurrió la tragedia había muchos montañeros vascos en los alrededores de Leh. ¿Han coincidido con alguno de ellos?

Sí, con muchísimos. En nuestro vuelo coincidimos con un grupo de 46 vascos que viajaban con un club de montaña de Galdakao. Algunos de ellos tienen la intención de quedarse en Nueva Delhi y hacer turismo por India. Otros, como nosotros, están deseando volver y están haciendo los trámites para ver si pueden adelantar sus viajes. Además, sabemos que hay vascos que no han viajado hacia Nueva Delhi porque no han querido. El tiempo ahora allí es bueno y, aunque no se pueda salir al exterior de Leh, en esta ciudad de Cachemira hay montes de hasta 4.000 metros de altitud que se pueden subir. Por eso hay gente que ha querido quedarse y disfrutar del monte en el mismo Leh.

El lunes los medios de comunicación alertaban de que era complicado conseguir un billete de avión para salir de Leh. ¿Realmente era así?

Sí, sí, exactamente. El aeropuerto de Leh era un caos. Nosotros no hemos estado , hasta hoy, pero los que estuvieron ayer [lunes] intentado hacerse con un vuelo nos han dicho que aquello era la guerra. Y de hecho, hoy hemos visto en el aeropuerto gente gritando y gente peleándose por entrar en el avión. Todo el mundo quiere salir.

Oihana LLORENTE

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