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«El interés por el cielo debe de estar impreso en nuestros primeros genes»

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Fernando Jauregi
Astrofísico del planetario de iruñea

Fernando Jauregi reconoce que en esta edición las Perseidas no han sido tan abundantes como otras ediciones y reivindica un cielo limpio sin contaminación lumínica para que desde las ciudades también se pueda ver este fenómeno.

¿La mala climatología diurna ha restado participación al acontecimiento?

Ha sido una pena que las expectativas meteorológicas hayan desanimado un poco a la gente, al haber estado nublado durante todo el día, ya que había bastante interés por acudir. En el Planetario hemos recibido un montón de llamadas de público potencial. En cualquier caso, la noche se ha arreglado, ha sido perfecta y ver unas cuantas Perseidas ha supuesto toda una sorpresa.

Las estimaciones suelen hablar del paso de unas cien Perseidas a la hora, pero este año claramente su número ha sido bastante menor.

Es cierto. El año pasado fueron muchas y más brillantes. En cambio, en esta ocasión, aunque también se han podido ver bonitos trazos, la realidad es que han sido unas cuantas menos.

¿Alguna explicación científica para este hecho?

El asunto de las fugaces tiene una parte aleatoria que no se puede controlar, ya que su origen está en nubes de partículas de polvo que no se ven con el telescopio. Lo que sí se hace es mapear qué zonas son más extensas conforme la Tierra, año tras año, va atravesando esta zona y, de este modo, se generan unas estimaciones aproximadas, si bien insisto en que hay muy poca seguridad. Es importante recoger datos de esta actividad, pero de momento con ello no se puede predecir qué año va a ser mejor en cuanto a intensidad de Perseidas.

Pese a estos contratiempos, se ha vuelto a demostrar que al ser humano le gusta mirar hacia arriba...

Ese interés debe de estar impreso en nuestros primeros genes. La astronomía moviliza a mucha más gente que otras disciplinas científicas. Es un hecho que ninguna tiene tanta gente aficionada fuera del mundo profesional que dedican tiempo, esfuerzo e interés por el tema. Y de todos los acontecimientos que suceden en torno a la astronomía, a excepción de los eclipses solares, las Perseidas son las que más interés despiertan, quizás por el seguimiento que hacen de ellas los medios de comunicación o por su estacionalidad, al disponer de vacaciones entre semana.

Lo que no parece de recibo es que haya que moverse medio centenar de kilómetros para poder disfrutar de un cielo en condiciones...

Y menos cuando la causa de ese desplazamiento es fácilmente evitable. La deficiente iluminación de las ciudades la estamos pagando entre todos y la contaminación lumínica es algo que no tiene sentido y que ya es hora de que se ataje con seriedad y decisión. Iluminar bien nuestras calles no significa alumbrar el cielo y no significa desperdiciar la energía, máxime en estos tiempos de crisis en los que nos insisten con que no hay dinero para nada.

¿Esta crisis puede ser un aliado contra la contaminación lumínica?

En algunas ciudades, como Valencia, estandarte de ciudad derrochadora y deficiente en cuanto a alumbrado público, ya se han visto obligados a apagar farolas porque no cuentan con suficiente presupuesto. Lo cierto es que lugares como Valencia, Pamplona o Donosti podrían tener sus calles mucho mejor iluminadas con menos gasto. Técnicamente se puede hacer, existen modelos y estudios a aplicar, sólo falta la voluntad de hacerlo.

Parece que Andalucía comienza a ser pionera en la materia.

Esa nueva normativa llega con retraso y podría haber sido mejor pero, si se aplica bien, se puede ahorrar mucho dinero y evitar la contaminación lumínica.

N.M.

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