Era de lo más destacado en las crónicas de pretemporada. No sólo porque no se lesionase a las primeras de cambio, sino porque daba la impresión de que Ludovic Delporte podía volver a tener la oportunidad de ser aquel jugador decisivo de la temporada 2005-2006, con cuyas penetraciones y medidos centros desde el carril zurdo contribuyó a que Osasuna hiciera la mejor clasificación liguera de su historia y se ganara un puesto para la previa de la Champions.

Está claro que en el club, mejor habría que decir en el técnico José Antonio Camacho, no había mucha confianza en su recuperación, justificada por otra parte en la pléyade de lesiones que han machacado al de Sainte Catherine-Les-Arcs desde noviembre de 2006, y lo ocurrido en la jornada de ayer así lo demuestra. Sin embargo, le resta coherencia a la actuación de la entidad rojilla durante estos últimos años.

Osasuna ha sido un club caballero con el centrocampista, teniendo una paciencia fuera de lo común con un futbolista que ha encadenado dolencia tras dolencia y cuya aportación fue ínfima en las últimas cuatro campañas. Contra viento y marea, amén de la opinión de una buena parte de la afición que nunca le perdonó al francés sus coqueteos con el Atlético de Madrid en el mejor momento de su trayectoria deportiva, Pachi Izco mantuvo sus condiciones contractuales y tuvo dorsal en la primera plantilla, no forzando la rescisión del compromiso entre ambas partes.

Como es habitual en estas ocasiones, la nota del club fue más bien escueta y directa. «El cuerpo técnico del Club Atlético Osasuna ha decidido que Ludovic Delporte no continúe en el conjunto osasunista la temporada que viene. A partir de hoy, el jugador francés dejará de entrenarse en las instalaciones de Tajonar con el equipo profesional y quedará, por tanto, desvinculado definitivamente de la entidad rojilla». Hasta ayer, se había reconocido, incluso de manera pública, que en función de lo que sucediera durante la pretemporada -que no se lesionara-, al jugador se le haría un contrato en función de los partidos disputados.

Por inesperada, la comunicación no le sentó nada bien a Delporte, quien se negó a hacer declaraciones al respecto, aunque avanzó que convocará a los medios a una comparecencia suya en la que aportará su punto de vista sobre la situación. Ni siquiera la puntualización del club rojillo en la que quiso agradecer «el extraordinario comportamiento de Ludovic Delporte tanto personal como profesional» durante su estancia en Iruñea consoló a un cariacontecido jugador, que no pudo ocultar su profundo disgusto por su no renovación.

Casi una veintena de lesiones

Lejos, muy lejos, queda aquel 23 de abril de 2006. El vizcaino Pérez Lasa estaba a punto de dar por terminado su trabajo con el pitido final cuando el por entonces mallorquinista Basinas perdió un balón en las inmediaciones del área rojilla. Delporte rescató el esférico y con una fe ciega en sus posibilidades enfiló hacia la portería local sin que ningún rival pudiera impedir su avance hasta plantarse frente a Toni Prats y superarle de igual modo. Fue el momento cumbre de la carrera deportiva de Delporte y un gol que le abría la puerta al interés de otros clubes.

Sin embargo, apenas unos meses después, el francés comenzó a toparse con la cara más amarga del fútbol. Casi una veintena de lesiones musculares sin tregua, dos intervenciones quirúrgicas que no impidieron que sus problemas físicos continuaran y un sinfín de periodos de recuperación acabaron por minar la moral de un futbolista que ahora parecía haber recuperado la fe en sus posibilidades de volver a estar en la élite. Delporte deja atrás nada menos que seis campañas como rojillo, en las que los seguidores rojillos han sido testigos de las luces y las sombras de un jugador al que no se le podía negar su calidad.