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Editorial 2010/8/9 (L´HUMANITÉ)

Las tropas francesas deben volver de Afganistán

¿Cuánto tiempo habrá que seguir esperando? ¿Cuántos muertos tendremos que contabilizar aún para que se reconozca lo evidente? La guerra llevada a cabo por la OTAN desde octubre de 2001 es un fracaso irreversible. Casi una década de presencia militar en Afganistán ha causado una situación paradójica: a pesar de que los talibanes ya no dirigen el gobierno central ni la ciudad de Kabul, de donde fueron expulsados durante las primeras horas de la intervención militar, hoy son más fuertes que nunca. (...)

Ahora bien, se trata de un fracaso previsible. Esta guerra estaba condenada de antemano, ya que los objetivos fijados por George Bush no podían tener otro efecto que levantar a la población en contra de las tropas extranjeras, vistas enseguida como un ejército de ocupación. (...) Ante la Guerra de Irak, Francia hizo gala de una lucidez y de una valentía de las que careció en el caso de Afganistán.

Nicolas Sarkozy, quien no manifestó en ese entonces ni el más mínimo entusiasmo por la posición francesa sobre Irak, decidió en 2008 aumentar la presencia militar en Afganistán a petición de Estados Unidos y en contradicción con sus compromisos electorales. (...)

Terminar con la ocupación de Afganistán y ayudar a su pueblo a ejercer su soberanía en democracia requiere un compromiso diplomático en toda la región. Las Naciones Unidas son las únicas legitimadas para emprender un amplio diálogo que incluya a las fuerzas progresistas y feministas. Pero para ello primero es necesario un gesto significativo: la retirada de las tropas francesas.

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