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«Aunque la disposición hacia Portugal es buena, sigue habiendo desconocimiento»

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Miguel BORGES I Pianista

Marta Zabaleta y Miguel Borges protagonizan esta tarde, a las 19.00 en el museo Chillida Leku de Hernani, un recital monográfico en torno a Robert Schumman, autor del que este año se celebra el bicentenario de su nacimiento. El programa elegido por la pianistas vasca y el pianista portugués incluye piezas a solo de Schumann y las «Visiones del Este», para piano a cuatro manos.

Mikel CHAMIZO |

Nacido en Oporto (Portugal) en 1971, Miguel Borges realizó sus estudios de piano entre su ciudad natal, Freiburg y Madrid. Pianista habitual en las programaciones musicales de las orquestas e instituciones portuguesas, ha participado también en festivales como Les folles Journées de Nantes o el Festival Mozart de A Coruña. Profesor de piano en Musikene, suele colaborar habitualmente con músicos vascos como Asier Polo o Marta Zabaleta.

Aunque finalizó sus estudios de piano en Madrid y Alemania, sus inicios fueron en Portugal. ¿Cómo está el mundo del piano en Portugal?

En Portugal ha habido una escuela de piano más importante de lo que se podría prever, tratándose de un país pequeño y periférico. Siempre ha habido pianistas relevantes, está Maria João Pires, por supuesto, y de mi generación también han salido buenos pianistas, como Artur Pizarro, que ha ganado varios concursos importantes. Por eso afirmaría que, dada la dimensión del país, el panorama es bastante interesante.

¿Por qué sintió la necesidad, entonces, de finalizar sus estudios en el exterior?

El hecho de que haya una buena escuela de piano tiene que ver con que hubo un pianista portugués importante en la primera mitad del siglo XIX, José Vianna da Mota, que fue profesor en Berlín y llegó a tener contacto con Liszt. Luego regresó a Portugal y tuvo muchos alumnos, de entre los que salieron muy buenos pianistas que, a su vez, fueron los profesores de las nuevas generaciones. Al margen de eso, Portugal, por cuestiones geográficas, sigue siendo un país periférico y, hasta hace poco años, con mucha emigración pero muy poca inmigración, por lo que se establecían pocos contactos con el exterior. Quieras o no, para un músico siempre es importante conocer gente, culturas distintas y formas alternativas de ver las cosas para seguir progresando en sus estudios. Es por eso que terminé mis estudios fuera de Portugal.

Usted ha tocado con la práctica totalidad de las orquestas portuguesas y en casi todos los festivales de música de Portugal. Nombres que, sin embargo, aquí apenas nos suenan. ¿Cuál cree que es la razón de que estén tan separadas las vidas musicales con sus países vecinos?

Es verdad y es una pena, pero me he dado cuenta de que dentro del propio Estado español ocurre algo parecido, las vidas musicales de las diferentes comunidades están bastante separadas. Por otra parte hay que entender que, normalmente, los países tienden a mirar hacia un modelo. El Estado español mira más al centro de Europa que a Portugal, y aunque la disposición hacia Portugal es buena sigue habiendo mucho desconocimiento. Pero también lo comprendo, pues Portugal no ha sido un centro musical de referencia.

Actualmente hay algunas instituciones musicales muy sólidas en Portugal, como la Gulbenkian o la Casa da Música de Oporto. ¿Es posible sobrevivir como concertista de piano en Portugal?

Yo diría que sí, pero es un país pequeño, así que vivir solo de conciertos es un riesgo, si sale un año malo puede ser complicado. La vida musical está muy centralizada en Lisboa y ahora en Oporto, pero en el resto de ciudades se reduce a festivales y organizaciones locales muy meritorias, pero con problemas de financiación y a las que la más mínima crisis les afecta muchísimo. Mientras que en el Estado español hay, quizá, treinta ciudades con orquestas estables, en Portugal el número es muy reducido y tienen presupuestos pequeños, si exceptuamos la de Oporto y las tres de Lisboa.

En Chillida-Leku va a presentar, junto con Marta Zabaleta, un monográfico sobre Schumann. ¿Cuál es su relación sentimental con este compositor?

Es un compositor que aprecio mucho, y concretamente la obra que voy a tocar en solitario, la «Kreisleriana», es la obra que llevo tocando más tiempo, desde hace más de viente años. Para un pianista Schumann es un referente indiscutible. Es un autor que tiene una conexión muy marcada con la literatura -de hecho pasó mucho tiempo sin saber si quería ser escritor o compositor- e introdujo algunas innovaciones, no solamente en el lenguaje y la técnica, sino también en la forma. Introdujo un carácter fragmentario en la música que antes no existía como tal. Había formas largas o cortas, pero él introdujo esa noción de discontinuidad que en la «Kreisleriana», por ejemplo, es muy perceptible, pues se trata de piezas cortas que se interrumpen abruptamente, sin transición.

¿Qué nos puede contar del programa que van a tocar en Chillida-Leku?

Marta Zabaleta tocará las «Fantasiestücke» Op.12 y después yo tocaré la «Kreisleriana» Op.16, dos obras en las que es importante la referencia literaria de E.T.A. Hoffmann. También en la obra a cuatro manos que tocamos después hay una referencia literaria. Es una traducción de un poema épico medieval árabe, «Makamen des Hariri», que Schumann conocío en la traducción de Ruckert y que describe las peripecias del aventurero Abu Seid. La obra se llama «Cuadros del Este» y Schumann decía que, mientras la escribía, no podía quitarse las imágenes de Abu Seid de la cabeza. Es una obra que tiene un toque oriental suave, porque estamos muchos años antes de la Exposición de París y todavía el contacto con Oriente era muy limitado, tan solo se puede encontrar algún giro turco o húngaro por ahí.

El piano a cuatro manos es una especialidad muy especial no apta para todos los pianistas. ¿Hay que saber dominar el ego para compartir el piano con otra persona?

No sé si es una cuestión de ego. Es verdad que el piano se divide en dos partes, que hay que compartir el instrumento, que uno controla el pedal y el otro no puede hacerlo... Es una experiencia muy interesante, pero creo también que es de las más difíciles, porque no se trata de dialogar con otro instrumentista, como en la música de cámara tradicional, sino de compartir un instrumento y crear un discurso con medios que dependen siempre de la otra persona. El piano a cuatro manos puede sonar muy bien pero puede sonar, también, demasiado cargado.

Muchos de los dúos a cuatro manos más famosos han estado formados por matrimonios o hermanos. ¿Les ayuda a Marta Zabaleta y a usted ser pareja a la hora de tocar juntos?

A la hora de ensayar ayuda, claro. Dos músicos que viven juntos también suelen tocar juntos. Si Marta fuera chelista y yo violinista, seguramente también tocaríamos juntos. Pero, como en nuestro caso somos pianistas, lo hacemos a cuatro manos.

Usted es profesor en Musikene. ¿Cómo ha vivido en los últimos meses la tumultuosa situación del centro?

Con perplejidad, porque había un proyecto muy ambicioso y, repentinamente, se ha puesto en cuestión no solo el proyecto, sino casi la honestidad de los profesores. Entiendo que en tiempos de crisis hay que ahorrar en todas partes, es inevitable, pero a mi modo de ver no se han hecho las cosas nada bien. Se intentó proyectar la idea, a la opinión pública, de que se trataba de un conjunto de privilegiados, y utilizar esa arma para recortar presupuestos no solamente era innecesario, además puso en cuestión cosas que sí son realmente importantes.

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