Han tenido que pasar seis amistosos para que la Real encajara su primera derrota de la pretemporada. Lo mejor, al menos ahora que los marcadores no cuentan, es que el tropiezo no fue consecuencia de un mal partido. Lo peor, que los dos encuentros que no se han saldado con victoria han sido los que han enfrentado a los txuri urdines con los rivales de mayor entidad: empataron con el Bochum, recién descendido a la Segunda División alemana, y ayer perdieron con un Sporting con el que compartirán categoría a partir del 29 de agosto. Una circunstancia, por si las moscas, a no olvidar.

Porque en el fútbol, la justicia no es ciega ni todopoderosa. Y menos aún en Primera, donde uno puede dominar y acumular ocasiones que, si no cuida los detalles, caerá derrotado. Detalles como la falta -que existiera o no es lo de menos- al borde del área que permitió a Carmelo lucirse para decantar el partido. O detalles, quizá más importantes aún, como los que hacen que un balón vaya a córner, al palo o a gol.

También es cierto que Martín Lasarte no alineó el mismo once que levantará el telón liguero -Manolo Preciado tampoco-, aunque muchos de los que jugaron de inicio en Asti repetirán en dos semanas. Empezando por Claudio Bravo, que disputó su primer amistoso tras un verano recortado por el Mundial -y su primer partido como txuri urdin desde que se lesionara el pasado mes de marzo- y siguiendo por Labaka, Rivas o Prieto. Compartieron equipo, como ya sucediera el miércoles en Ipurua, con meritorios como Ilarramendi o Viguera. Aunque el riojano volvió a demostrar que ha sobrepasado definitivamente esa categoría. La decisión será, como reconocía el propio entrenador, muy difícil de tomar para Martín Lasarte.

Aunque ayer las primeras ocasiones de peligro fueron para jugadores menos habituados a celebrar goles. Un buen centro de Sutil -un nuevo repertorio del jienense volvió a encarecer la titularidad para Griezmann- habilitó a Carlos Martínez en el punto de penalti, aunque su cabezazo se fue alto; después fue Prieto el que sirvió atrás para que Rivas rematase con fuerza, aunque tampoco esta vez entró el balón. No cuando, dos minutos después, Viguera se iba a la guerra para sacarse un disparo que se encontró con la palomita de Cuéllar.

El resultado fue el inverso al otro lado del campo. El Sporting presionaba y hasta robaba, pero era incapaz de traducirlo en ocasiones. Tampoco hacen falta demasiadas cuando hay puntería. Al filo de la media hora, Carmelo envió una falta directa desde la frontal a la escuadra. Claudio Bravo ni se movió, aunque tampoco le habría valido de mucho.

Más de lo mismo

El disgusto no trastocó el guión de la Real, que siguió buscando la portería de Cuéllar con ganas. Pero ni el cabezazo de Llorente a centro de Rivas, ni el complicado remate de Viguera tras la contra de Prieto pudieron restablecer la igualada.

El partido siguió por los mismos derroteros tras el descanso, con la balanza inclinándose más, a medida que pasaba el tiempo, del lado donostiarra. Ni siquiera el baile de cambios debilitó el pulso de los hombres de Martín Lasarte, aunque en la recta final hubiera momentos de bajón. Pero fueron incapaces de encontrar remedio a su miopía, con lo que, por mucho que lo intentaron, no pudieron evitar que la portería de Cuéllar acabara el choque como había empezado, inmaculada.