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Martin Garitano Periodista

Ion

Hace cuatro días ya, una de tantas policías que dedican lo más granado de sus élites a perseguir a los vascos, ha arrestado a Ion Telleria. Esa misma Gendarmería francesa lo ha detenido, encarcelado y entregado a los que fueron protagonistas del terrorismo de Estado español. Ahí está la hemeroteca, al alcance del más descreído, y también ahí el testimonio de tipos tan viles como José Mariflor Amedo, renovado ahora mismo, y que por dinero e interés contaron alguna vez tan sólo una parte de la verdad. No cuesta mucho adivinar el resto.

No es Ion el primero. Antes que él fueron muchos los detenidos, muchos también los encarcelados o los entregados al potro del tormento. Pero Ion es mi amigo y compañero de trabajo -por ese orden- y eso obliga.

También era mi amigo y compañero Josu Muguruza. A él los polizontes y jueces franceses lo pusieron en manos de la policía española; allí le aplicaron los electrodos; los jueces de Madrid lo encarcelaron, y al salir del presidio los ciudadanos vascos lo eligieron diputado, o sea, representante de la voluntad popular. Luego ellos lo mataron. No lo ciudadanos vascos que lo eligieron, claro. Fueron los otros. Pero no creo que vivamos tiempos de ser más explícitos.

Recuerdo a muchos otros. Cosas de la edad y de las circunstancias.

A Xabier Galdeano no le perdonaron su bonhomía y categoría personal, que retrataba como tristes enanos a otros tantos que prefirieron seguir instalados en la comodidad frente a la injusticia. También lo recuerdo como compañero de trabajo y como víctima. Y a su familia, tan querida y digna. Ahora que tanto hablan de victimismo, no sería malo que los que siempre hemos estado por el bien y la justicia -siempre, siempre, siempre... para que callen los de Franco de una vez- recordáramos y reivindicáramos a las nuestras. Y es que Melitón Manzanas o Carrero Blanco eran unos indeseables por cuyas desapariciones la buena gente brindó. Y Josu, Xabier y muchos otros eran gentes a las que no les cabía el corazón en el pecho.

Me ha tocado llorar por más compañeros del destino. Ahí están Elkoro, Salutregi, Murga, Zalakain, Toda, Gorostiaga, en la cárcel... y Aranguren, al que llevaron hasta el otro lado del borde de la muerte.

Ion es joven, vital, simpático, trabajador... y yo, en un tiempo nuevo, le espero con la esperanza intacta para darle el ongi etorri que merece.

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