La Liga francesa sólo ha consumido sus dos primeras jornadas y algunos equipos ya están en crisis. Olympique de Lyon, Girondins de Burdeos y, sobre todo, Olympique de Marsella viven su particular pesadilla en este arranque de temporada.

Didier Deschamps es el que peor lo está pasando. No sólo por las dos derrotas consecutivas que ha encajado el OM, sino porque jugadores y aficionados andan revolucionados. Mamad Niang se le marcha al Fenerbahçe, Ben Arfa se le planta al no poder hacer lo propio rumbo a Newcastle y el capítulo de llegadas no marcha mejor. César Azpilicueta, único fichaje marsellés por el momento, se ha convertido en blanco de las críticas de la afición tras sus errores ante el Valenciennes. Y la opción de Luis Fabiano, con los 18 millones de euros que pide el Sevilla imposibles de afrontar para la debilitada economía del OM, se diluye.

Ver al equipo en la antepenúltima plaza de la clasificación no ayuda a que el ánimo remonte.

Claro que peor le va al Girondins, aunque sólo en el terreno exclusivamente deportivo, no en vano cierra la tabla. Jean Tigana se ha estrenado en el banquillo cayendo ante Montpellier y Toulouse, lo que ha condenado a su equipo a ocupar el farolillo rojo.

La tripleta de descalabros la completa el Olympique de Lyon, gran dominador del fútbol galo en la última década. El empate inaugural ante el Mónaco le ha dado su único punto, porque este fin de semana ha salido escaldado de su vita al Caen, uno de los presupuestos más bajos de la competición. Y, además, uno de los grandes beneficiados de esta pequeña revolución, no en vano encabeza la tabla junto a Toulouse, Rennes y el único grande que comienza con buen pie, el PSG.