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PNV y PSOE negocian presupuestos con la vista en el horizonte electoral

La mano tendida con la que el líder del PNV, Iñigo Urkullu, respondió al último portazo que el PSOE dio al partido jeltzale en el Parlamento español tiene como objetivo llegar a las próximas elecciones forales y municipales con la garantía de que el partido que dirige en la CAV Patxi López respete la lista más votada a la hora de elegir a los máximos cargos institucionales. La negociación, según afirman distintas fuentes, quedará en manos de Zapatero y Urkullu.

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Txisko FERNÁNDEZ |

El curso político se cerró en Madrid con el denominado «debate del estado de la nación» y se retomará en setiembre con la, a priori, más difícil negociación con la que el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero se enfrenta de cara a aprobar los presupuestos generales del Estado.

El PNV ha sido un socio fiel del Gobierno del PSOE, ya que en los últimos cinco años siempre ha votado a favor del proyecto defendido por el inquilino de La Moncloa. Además, ese apoyo ha ido cobrando más importancia a medida que el PSOE perdía apoyos en el hemiciclo de la carrera de San Jerónimo: en los de 2009 sólo contó con los votos a favor del PNV y del BNG, y en los del presente ejercicio el grupo jeltzale repitió junto a Coalición Canaria.

Con esta panorámica histórica pierde peso el argumento que en las últimas semanas esgrimen tanto Urkullu como el portavoz de su partido en Madrid, Josu Erkoreka, al afirmar que están dispuestos a negociar su apoyo a los presupuestos por la responsabilidad que conlleva en estos momentos impulsar medidas para frenar la crisis económica.

Cabe recordar que Zapatero se resistió, hasta caer en el ridículo internacional, a aceptar en público que el Estado español entraba en recesión y que, cuando no le quedó más remedio que hacerlo, ordenó a su gabinete proyectar la optimista imagen de «los brotes verdes». Con estos antecedentes, es difícil creer que en el EBB alguien confíe en el rumbo económico que puedan marcar desde La Moncloa.

La lista más votada

También es evidente que la parte jeltzale no insistirá en plantear como base para un acuerdo las propuestas para «profundizar en el autogobierno» de la CAV que ya le echó a atrás el PSOE en el citado debate de julio. No obstante, mientras se negocia en la trastienda, cara al público Urkullu quiere mantener el tono reivindicativo, como dejaba claro el titular que publicaba ayer «El País»: «El PNV sólo aprobará el presupuesto si hay contrapartidas de autogobierno».

Si al final hay acuerdo, el partido jeltzale presentará cualquier punto como un «avance para Euskadi», así lo han hecho durante los últimos 30 años, al mismo tiempo que repetían que «Madrid no cumple el Estatuto».

Un enfoque muy distinto tenía el titular que ofrecía «La Vanguardia», que afirmaba que «Zapatero abre la puerta a que en Euskadi gobierne la lista más votada». Esta propuesta, que fue puesta sobre la mesa por el PNV, no es del gusto del PSE, cuyos principales dirigentes parecen cansados ya de tener que estar contentando a su socio preferente, el PP, cada vez que los jeltzales hacen una maniobra de este tipo.

Así quedó reflejado ayer en las declaraciones realizadas a Europa Press por el coordinador de la Ejecutiva del PSE, Mikel Torres, quien adelantó que la comisión mixta de transferencias se reunirá en la primera o segunda semana de setiembre y en ese mismo mes se anunciará el traspaso de las políticas activas de empleo a la CAV.

En ese contexto, por un lado dijo que Urkullu no va a condicionar la política española «sacrificando aquí a un lehendakari socialista, que tiene mucho más peso en Madrid que un dirigente del PNV». Por otro, en torno a la polémica creada sobre la política penitenciaria, aseguró que no hay ningún riesgo de ruptura del pacto con el PP, aunque éste juegue con ese «amago» por un supuesto «rendimiento político».

Lo que está por ver es si, en primer lugar, Zapatero convence al PSE de que es necesario suscribir un «pacto de no agresión» con el PNV de cara a los comicios de la próxima primavera. Esto llevaría la estabilidad al Ejecutivo del PSOE y alimentaría las expectativas jeltzales de no ver mermada significativamente su actual cuota de gestión institucional.

En la segunda fase de esta hipótesis, el PP debería decidir si, en vísperas de las elecciones, le conviene romper el pacto suscrito hace poco más de un año para que el líder del PSE ocupara Ajuria-Enea o si prefiere afrontar la campaña como el socio «engañado» por López para intentar acaparar el voto del unionismo español.

La solución a este juego a tres bandas llegará en apenas unas semanas, ya que a Zapatero le urge aprobar los presupuestos.

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