Osasuna sigue siendo el mismo de la pasada temporada. Con sus defectos y sus virtudes. Es incapaz de perforar la portería contraria pese a que se hincha a crear ocasiones, pero tampoco encaja demasiados goles. El resultado final es que los de Camacho acaban hincando la rodilla en algún despiste. Ahora no tiene mayor importancia el marcador final, pero en quince días supondrá una sangría de puntos, como sucedió en la campaña anterior.

El de Cieza ya ha dado más de un toque de atención al respecto en sala de prensa -también lo hizo el pasado año-, pero no encuentra el remedio a la falta de puntería y a los errores de concentración. Algo de esto se vio ayer también en el estadio de Vallecas. Un balón suelto en el área que aprovechó Provencio fue incapaz de ser contrarrestado en los 80 minutos que restaban de partido.

Con el entrenador del Real Madrid, Jose Mourinho, en el palco -Osasuna será el primer visitante del Bernabéu en el campeonato liguero-, Osasuna ofreció dos caras bien diferentes. Un primer tiempo de toque, pero incapaz de trenzar hasta el área rival, y un segundo de mayor acoso y ocasiones. En ambos, la tónica común fue la negación ante la meta vallecana.

No sólo eso. Los madrileños pudieron poner más tierra de por medio en la primera mitad, espoleados al verse por delante en el electrónico. Riesgo, que parece perfilarse como titular, lo evitó en una oportunidad doble de los locales, mientras por el bando navarro sólo Juanfran y Monreal lo intentaban por sus respectivas bandas.

Más incisivos

Camuñas despertó tras el descanso y eso lo notó la escuadra rojilla. El carrilero comenzó a funcionar por su parcela, metiendo centros e incluso disponiendo de una ocasión de cabeza, pero tanto Aranda como Lekic no estuvieron finos en el remate.

Los de Camacho guardan descanso hoy y tendrán doble sesión mañana, en la víspera del séptimo amistoso de pretemporada que les medirá al Valladolid en el campo de San Francisco de Tafalla, donde confiarán en tener más acierto.