CRíTICA Chillida-Leku
Un Schumann y dos formas de abordarlo
M. CHAMIZO I
Por el contrario Pablo Borges, a quien casi nadie habíamos oído tocar antes, ofreció una «Kreisleriana» de libro, de una madurez y un conocimiento tan profundo de la tradición pianística en torno a Schumann que resultó hasta chocante viniendo de un pianista todavía joven. Su técnica, además, iba sobrada. Parecía que hubiera tocado la «Kreisleriana», una obra compleja y profunda, cientos de veces. Creo que nadie de los presentes nos esperábamos un Schumann de semejante nivel esa noche y hubo, incluso, algunos tímidos bravos. En las «Visiones del Este», a cuatro manos, Zabaleta y Borges se unieron sobre el piano y se dio un fenómeno curioso, pues aunque el trabajo camerístico fue estupendo y el todo sonó con equilibrió y coherencia interpretativa, todavía se podía identificar perfectamente a cada uno de los pianistas. Pero fue un buen trabajo con una pieza difícil de escuchar en directo.