Miles de piratas abordaron ayer Donostia en sus balsas. En medio de un gran ambiente, que congregó a diferentes generaciones y atrajo la atención de numerosos turistas, los piratas de Donostia conquistaron el máximo ideal de libertad. Sin más ley que la dinámica asociativa cada vez más arraigada tras ocho años de trabajo, sin un gobierno al que someterse, y guiados por la apropiación de la fiesta para la participación popular, la reivindicación de un espacio autogestionado, euskaldun y paritario, se hicieron con un tesoro de valor incalculable. A pesar de la apuesta oficial por una Aste Nagusia de cuento de hadas, de consumo pasivo y sin nervio popular, los piratas se han apropiado ya de los corazones de los donostiarras, han conseguido afianzar su propuesta, incluso en el programa oficial, y lanzado una señal victoriosa en un contexto de ataque sistemático contra la participación.

Ante los que plantean un modelo festivo por y para el turismo, sin reivindicaciones, sin una explosión frenética de diversión y transgresión, los piratas demostraron ayer que otra Donostia y otra Aste Nagusia son posibles, que energía social y ganas de tomar responsabilidades no faltan. La utopía pirata se hace realidad en La Flamenka. Que guarden ese tesoro por muchos años. El ejemplo de los piratas de Donostia permite abordar el futuro con optimismo.