No siempre siguiendo el humo se sabe dónde está el fuego. Ahora mismo, con el olor a plástico quemado ensombreciendo el ambiente, se entiende que es fácil, muy fácil, provocar, crear estados de opinión delirantes. Los que miramos mucho la tele sabemos que pasamontañas, lo que se dice pasamontañas, hay muchos modelos, de muchos colores y formas, y que en los noticiarios nos los exhiben, siempre, los miembros más impresionantes, en tamaño, de los cuerpos de policía de todos los países del mundo, porque eso está muy claro, la moda de material antidisturbios, los códigos de intimidación con vestuarios, cascos o sugerencias represivas en lenguajes no verbales, son de difusión internacional y se reproducen actitudes y modelos de una manera constante.

Aquí donde coinciden tantos cuerpos de seguridad de los estados con el mismo objetivo laboral, profesional y político, somos capaces de distinguir a la primera mirada, si son de uno u otro. Se les nota en el porte. Es una especie de tic, un carácter que aporta el oficio y el color del traje de faena. Bueno. Si viéramos un vídeo de los momentos en que se producen los incendios de los contenedores podríamos emitir un juicio más aproximado. Y hacer apuestas. De momento, señalar que delante de mi casa, un cigarrillo provocó un pequeño incendio. El olor es penetrante. Yo condeno sin paliativos ese acto de incivilidad. Tuve que cerrar las ventanas y encerrarme con una programación televisiva infecta. A lo mejor puedo solicitar ayuda como víctima.

Hemos visto las fotos de miembros del ejército israelí mostrando a detenidos palestinos como si fueran trofeos de caza. Son actitudes muy frecuentes, y cuando se cuelgan en la red, yo tengo la sospecha de que han salido desde los lugares desde donde salen todos los malos humos: allí donde habitan esos personajes que calculan todo para que se alimenten miedos y crezcan paranoias. También nos han contado que el ataque criminal a la flotilla de la paz, además de asesinar, robaron. Muchos llevaban pasamontañas. Es su estilo. Estos individuos que son funcionarios parece ser que no nacen con pasamontañas, pero sí con malos humos. ¿O se dice mala leche?