P artidos políticos y medios de comunicación afilaban lanzas en las últimas jornadas para embestir contra la izquierda independentista a cuenta de los incendios de contenedores de basura ocurridos en las últimas fechas.

Anteayer la izquierda abertzale hizo pública su valoración al respecto y los gabinetes de prensa de los partidos y los editorialistas de esos medios sacaron del cajón la reacción que ya habían redactado, fueran cuales fueran los términos de la respuesta abertzale.

Así, el escribiente de «El Mundo» sentenciaba que la izquierda abertzale «mantiene una sospechosa opacidad sobre quien está detrás de los nuevos episodios de kale borroka, cuando lo que debería hacer es poner las cartas boca arriba e identificar a sus responsables dentro del entorno radical». Hasta la fecha, servidora pensaba que esa tarea corresponde a cualquiera de las numerosas policías que pastan por estas tierras...

En «El País» se hacían eco de las reacciones: «Los partidos presionan a Batasuna al advertir que `se acaba el tiempo'». A continuación aportaban su propia visión, en consonancia con la doctrina oficial, claro: «Los radicales mantienen la apuesta por las vías políticas sin condenar los sabotajes».

«El Correo español» dedicaba su principal titular al asunto: «La kale borroka se reorganiza. La izquierda radical no condena la ofensiva aunque `se sitúa fuera' de su apuesta y Urkullu la atribuye a una estrategia de ETA». En el mismo rotativo, su analista Florencio Domínguez hablaba de «raquítica respuesta de Batasuna».

Y en «La Razón» editorializaban al canto: «Lo único cierto es que la kale borroka desenmascara a quienes tratan de colarse en las próximas elecciones municipales disfrazándose de demócratas conversos pero se niegan a condenar a la banda y a sus cachorros incendiarios». Conversos, lo que se dice conversos, en las filas de la derechona hispana, chato.

En páginas interiores hacían una lectura sui generis del texto abertzale: «Batasuna dice que no le conviene ahora el terrorismo callejero, sin condenarlo». Son así, los pobres.

También en «Abc» sentenciaban: «Comunicado en vano». Está claro que para el que no quiere ver, las gafas están de sobra.