CRÓNICA CINCO AÑOS DE LA TRAGEDIA DEL KATRINA
Los habitantes de Nueva Orleans siguen desconfiando de su Policía
inco años después de que el huracán Katrina azotase su ciudad, los habitantes de Nueva Orleans siguen avergonzados por el recuerdo de las muertes a sangre fría de las que está acusada la Policía local, que no logra quitarse de encima una imagen execrable. C
Matt DAVIS-David PARKER (AFP)
El 2 de setiembre de 2005, un desconocido disparó contra Henry Glover, de 31 años. El herido fue trasladado hasta una comisaría improvisada. Allí, los agentes se negaron a cuidarle y le dejaron desangrarse. El cuerpo carbonizado de este padre de familia fue encontrado mucho más tarde dentro de un coche calcinado.
El segundo escándalo tuvo lugar en Danziger Bridge, un puente que uno dos barrios de mayoría negra. La Policía está acusada de matar a tiros a sangre fría a dos negros y de herir a otros cuatro el 4 de setiembre.
Para maquillar estos crímenes, los policías se habrían reunido en una antigua comisaría y se habrían puesto de acuerdo en torno a una versión común.
En julio pasado, cinco policías fueron acusados de la muerte de Henry Glover. Cinco de sus colegas fueron considerados culpables del tiroteo de Danziger Bridge y otros seis fueron acusados.
«Estos dramas están literalmente grabados en la conciencia de la ciudad», explica a France Presse el sargento James Young, de la Policía de Nueva Orleans.
«Pero eso depende la gente con la que usted hable. Algunos piensan que la Policía ha hecho una buena labor y que no hay que juzgar a todos los agentes por el comportamiento de algunos. Otros meten a todos los policías en el mismo saco», añade.
Y la Policía de la ciudad difícilmente puede recurrir a las cifras de criminalidad para hacer frente a las acusaciones de ineficacia.
Si nada cambia, en 2010 más de 200 personas serán asesinadas en Nueva Orleans. Una cifra mucho más alta que en cualquier otra ciudad de EEUU.
«Ha habido 840 homicidios desde el huracán y menos de 50 condenas», constata Peter Scharf, experto en criminología de la Universidad Tulane.
«Es ridículo. En estos momentos, no hay nada más fácil que matar a alguien. Y es seguro que nadie irá a testificar. Todo el mundo tiene miedo de convertirse en el objetivo de los traficantes de drogas», observa Scharf.
El nuevo alcalde, Mitch Landrieu, es tan consciente del problema que en una carta enviada al ministro de Justicia, Eric Holder, el primer edil reclamó ayuda en mayo pasado al Estado federal, haciendo referencia a que Nueva Orleans «tiene uno de los peores servicios de Policía de todo el país».
Problemas con los diques
Cinco años después del huracán Katrina, la banda sonora de Nueva Orleans ha cambiado. Al jazz hay que añadirle el repiqueteo de los martillos neumáticos que levantan diques destinados a proteger la ciudad de una nuevo asalto de la naturaleza, sin llegar a conseguirlo completamente.
El Cuerpo de Ingenieros del Ejército estadounidense está levantando una maraña compuesta por 560 kilómetros de diques, muros deslizantes anticrecidas y 78 estaciones de bombeo.
Para el coronel Robert Sinkler, se trata simplemente del «mayor proyecto de este tipo en toda la historia del Cuerpo».
«Normalmente, necesitaríamos de 15 a 20 años para acabarlo, pero esperamos terminarlo en unos seis meses», explica a France Presse el coronel Sinkler, responsable del servicio de protección frente a los huracanes del Cuerpo de Ingenieros.
Cuando estos trabajos hercúleos, cuyo presupuesto alcanza los 15.000 millones de dólares [11.785 millones de euros], hayan concluido, Nueva Orleans y su extrarradio estarán preparados para hacer frente a una carga del calibre del Katrina.
Sobre el papel, al menos.
Pero en las calles de la ciudad, reina la desconfianza. Los habitantes de Louisiana no tienen en alta estima a los organismos gubernamentales después del desastre humanitario que siguió a la ruptura de los diques tras el paso del Katrina en 2005.
«No se puede confiar en el Cuerpo de Ingenieros», señala Sarah DeBaucher, vicepresidenta de una asociación en Lower Ninth Ward, un barrio que se inundó bajo varios metros de agua hace cinco años.
Acompañando sus palabras con gestos, DeBaucher se ha instalado en una casa «elevada, sobre pilotes».
Igual de desconfiada, Jarret Lofstead, comerciante y redactor jefe de la web NOLAFugees.com, es partidario del «ver para creer».
Cinco años después del Katrina, destaca Lofstead, «el sistema educativo sigue siendo un fracaso. La tasa de criminalidad no ha bajado. El sistema judicial sigue siendo ineficaz. Nadie sabe si los diques y las demás construcciones del Cuerpo de Ingenieros van a funcionar. Esperemos a ver qué pasa».
Sandy Rosenthal, directora general de la web de información sobre los diques Levees.org, considera que la inversión financiera del Gobierno federal no se ha traducido en hechos.
«¿Estamos más seguros que antes?» Todavía no», señala categórica.
La visita del presidente de EEUU, Barack Obama, y su mujer, Michelle, será uno de los actos principales de la agenda de una ciudad que recordará a las más de 1.800 personas que murieron en el desastre provocado por el huracán Katrina.
En pocas horas, los diques del lago Pontchartrain y del delta del río Mississippi se derrumbaron y las aguas inundaron el 80% de Nueva Orleans. El mayor desastre humanitario de EEUU dejó 182.000 edificios destruidos.
Nueva Orleans comenzó este año como el primer destino turístico de EEUU y en febrero su equipo local de fútbol americano, The Saints, ganó la liga nacional, ofreciendo un rayo de esperanza a los sufridos habitantes de la ciudad de Louisiana.
La imagen de una ciudad que vive del turismo y del marisco se vio de nuevo sacudida el 20 de abril debido a la explosión de la plataforma petrolífera gestionada por BP en el golfo de México, que desató el mayor vertido en la historia de EEUU.