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Mertxe Aizpurua Periodista

En las entrañas de la tierra

 

Son 33. Desde el 5 de agosto permanecen atrapados bajo la aridez del desierto de Atacama, cegados por la oscuridad y aprisionados por el derrumbe de una mina construida con muchas garantías para enriquecer a la compañía propietaria y pocas para preservar la seguridad de quien la trabaja. Les recomiendo que sigan la historia porque cada detalle impresiona. A setecientos metros de profundidad, sobreviven los 33. Con comida sólo para tres días, la racionaron para subsistir durante diecisiete, hasta que se consiguió la comunicación con el exterior. Si tienen ocasión, busquen sus fotografías. Están todas, con nombres y apellidos, en un cartel que sus familiares han confeccionado en el campamento levantado junto a la mina y que, con toda solemnidad, han fijado al desierto con clavos de esperanza. Observen los 33 rostros y verán que sus ojos miran de frente, que los labios muestran un gesto de decisión inquebrantable y que la piel refleja todo el brillo de infinitas toneladas de cobre extraídas por generaciones. No parecen héroes sino mineros, pero hoy, en el desierto de Atacama, minero y héroe viene a ser lo mismo. Hace ya mucho que los héroes puros pertenecen a otros mundos mitológicos. Porque en éste, en el que la batalla de la vida se libra en las entrañas mismas de la tierra chilena, no cuentan los héroes, sino las actitudes heroicas. Y los 33 de la mina San José están escribiendo ya una gesta colectiva que, no lo duden, pasará a la historia. No les pierdan la pista. Todavía están bajo tierra. Sus familias esperan arriba, junto a un cartel que grita hacia las profundidades: «Vamos, carajo, un montón de tierra y piedras no pueden con este puñado de atacameños».

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