Recobró la libertad la pasada semana. ¿Cómo fue ese momento?

El sábado, sobre las 6.30, ya estaba fuera. Me despertaron a las 5.30; tenían mucha prisa por sacarme, para evitar así a la prensa y me sacaron muy rápido. Pero pese a ser muy pronto, mi compañero y mi familia ya estaban allí para darme la bienvenida.

Incluso, le cambiaron de prisión en el último momento.

Sí. Yo estaba cumpliendo la condena en la prisión de Wad Ras, en el módulo de madres de esta prisión que está en el centro de Barcelona, pero al convocarse el acto de Gràcia y comenzar la polémica, me trasladaron a Brians, una cárcel que está en la mitad del campo, para que no hubiera tanto follón. El 18 de agosto tuve que sacar a mi hijo, porque ya había cumplido los tres años, y al día siguiente me trasladaron los Mossos. Sólo me dijeron que recogiera las cosas y que iba a cambiar de módulo, pero me trasladaron de cárcel.

¿Cómo recuerda el momento en que salió de prisión?

Ese momento fue raro, porque no te acabas de creer que estás en la calle. Estás bien porque estás alucinada de tenerlos a todos de nuevo, pero no te acabas de creer que estás fuera, es una sensación rara. Ahora, con los días y después de estar en las fiestas de Bilbo, me lo empiezo a creer y me doy cuenta de ello.

Los actos organizados por su puesta en libertad han generado bastante polémica. ¿Cómo ha sabido de ello?

Cuando me encontraba en Brians, estuve en módulo de seudoaislamiento. Sólo me enteré de que PP y Ciutadans habían pedido que se vetara, pero cuando me trasladaron de prisión la cuestión estaba en el aire. Cuando salía me dejaron llamar a mis padres para avisarles de que salía y fue como me enteré de la ilegalización del acto.

¿Cómo se vive esta situación?

Se vive con rabia. El hecho de no poder ir a saludar a tu gente, después de estar nueve años en la cárcel, da rabia. Hay gente que hace un porrón de años que no la ves y no te dejan restablecer esos vínculos, eso se vive mal. Te hacen sentir como si tendrías la lepra y vas contagiándola por ahí; pero la cuestión es que hay gente que sigue luchando y mientras que pase eso, da igual lo de más.

¿Qué opinión tiene respecto a estos vetos?

Este es un síntoma de la democracia que tienen, han hecho la guerra sucia a nivel de GAL e ilegalizan ahora lo que les da la gana, atacan con cualquier excusa a todo lo que huela a vasco. Ahora me ha tocado a mí, y mañana será otra cosa, pero la clave está en seguir y continuar y encontrar la forma para dar la vuelta a la tortilla, como siempre. Y parece que ya se ha encontrado o se está encontrando, y superaremos también esta barrera, estoy convencida.

Su encarcelamiento fue utilizado por el Ministerio de Interior y por algunos medios de comunicación para emprender una campaña de criminalización de los movimientos sociales alternativos y, en concreto, la Assemblea d'Okupes de Terrassa, de la que formaba parte.

Criminalización siempre se ha dado contra los movimientos ocupas, pero sí es verdad que aprovecharon mi detención para golpear aún más al movimiento.

Ha padecido la dispersión, el aislamiento... ¿Ha encontrado solidaridad en Catalunya?

Desde Catalunya claro que nos han apoyado a los presos políticos, han hecho lo que han podido, porque, al fin y al cabo, esto es algo nuevo. La reacción no es la misma que la que se puede tener en Euskal Herria, donde ya se llevan años. Pero la verdad es que en Catalunya se ha reaccionado, y bien además. Todo lo que sea apoyo a presos está bien sea de Catalunya, de Euskal Herria y de donde sea. En estos años, por ejemplo, se han hecho dinámicas cuando Zigor Larredonda emprendió la huelga de hambre, o cuando teníamos algún tipo de lucha en prisión.