GARA > Idatzia > Mundua

Buena parte de las minas chilenas son «ricas» en precariedad e inseguridad

Sobre la colina árida, rocosa y polvorienta, Juan Carlos prepara los explosivos. Su misión, avanzar hacia el interior de la galería, donde se encuentra el mineral. Tras la explosión, los escombros son retirados y el óxido de cobre aparece, verdoso y brillante.

p018_f01_177x140.jpg

Moisés AVILA ROLDAN | Tierra Amarilla

El joven Juan Carlos y sus compañeros trabajan en una pequeña mina chilena en Tierra Amarilla, a 700 kilómetros al norte de la capital, Santiago. Son los «pirquineros», menores sin apenas derechos laborales, empleados en pequeñas unidades independientes.

Algunos trabajan en la legalidad, como aquí en la mina San Javier, debidamente registrada. Otros son empleados ilegalmente. Su productividad es escasa y la legalidad depende sobre todo de sí mismo.

La carga que acaba de hacer explotar Juan Carlos no sirve únicamente para extraer el cobre. Porque en San Javier, el drama que viven los 33 mineros -y sus familiares- de San José, bloqueados desde el 5 de agosto a 700 metros bajo tierra, hace reflexionar.

«A la luz de lo que ha pasado en San José, estamos intentando abrir un tercer conducto de salida», explica Juan Carlos, minero desde 1980. «Aquí no se produce mucho. Se trabaja sobre todo para sobrevivir».

Tras la explosión, los mineros se adentran en la galería, apilan las piedras alrededor de las entradas para intentar asegurarlas y sacan el mineral con picos o simplemente con las manos.

Legales o no, todos tienen en común que trabajan en la mina a pulso, con la única luz de las linternas fijadas en sus cascos, sin la maquinaria en la que sí invierten los grandes grupos mineros. Y sin la batería de normas de seguridad que, en teoría, rigen en las grandes explotacione mineras.

«Es una pequeña mina, nuestor jefe es un simple arrendatario. Produce buen cobre, pero en poca cantidad. Nosotros lo seleccionamos, lo preparamos y está listo para la fundición», señala Sergio Cisternas, encargado de seleccionar el material.

«Con 35 explosiones, se saca de media 60 toneladas de material por día», explica Cristian, otro minero. Pese a semejante volumen, perciben 1.200 dólares (939 euros), 3,5 veces el salario mínimo. Si fuera siempre así, serían hombres ricos.

El mineral es vendido luego por los encargados de la mina a una fundición, propiedad de la compañía estatal Enami.

Con una resistencia fruto de años de trabajo en la mina y capaces de entrar por cualquier resquicio en las galerías, los «pirquineros» han propuesto sus servicios a los equipos de rescate de San José y aseguran que serían capaces de llegar hasta donde están los 33 mineros enterrados.

«Una vez allá abajo, sabríamos qué hacer. Habría que avanzar con el menor peso posible, igual rapelando», explica uno de sus representantes, Juan Ramírez.

«Entiendo y agradezco su propuesta. Los pirquineros son gente muy aguerrida», señala Miguel Fort, un ingeniero que coordina los trabajos de rescate, y cuya duración se prevé de entre tres y cuatro meses hasta la habilitación de un túnel. Pero este experto juzga muy arriesgada esa empresa. «El objetivo es sacar con vida a 33 mineros, no tener que trabajar para sacar más gente de allí abajo».

En el exterior de la mina de San Javier, un grupo de hombres de edad, antiguos mineros, se afana en buscar entre los escombros. Son los recicladores, que buscan entre las rocas desprendidas y previamente desechadas un poco de mineral para recuperar y luego vender.

«Es así como me gano la vida. No me dan otro trabajo», señala David Leon, de 65 años de edad, mientras araña entre las piedras. Este ex minerto asegura que en el mejor de los casos puede llegar a ganar hasta 300 dólares en un mes.

«Yo trabajé en su día en la mina San José, pero decidí dejarlo por el peligro. Ya les dije entonces a mis compañeros que no volvieran. Mi primo, Jorge Gallegillos, está bloqueado allá abajo», se lamenta.

Expertos de la NASA

Cuatro expertos de la NASA llegaron ayer a Chile para asesorar en el tratamiento a los 33 trabajadores sepultados. El grupo incluye a expertos en medicina, sicología, ingeniería y seguridad.

El organismo espacial estadounidense ofreció colaborar con las autoridades chilenas por su experiencia en el tratamiento de personas que deben permanecer períodos prolongados en ambientes hostiles y en condiciones de aislamiento.

Los «otros» mineros de San José temen por su futuro

Mientras el mundo observa con ansiedad la larga operación de rescate, sus compañeros siguen acudiendo cada día a la mina de cobre y oro y cumplen en el exterior sus jornadas de 12 horas.

«A ver qué pasa estos meses mientras nuestros hermanos están ahí abajo. No sabemos ni si nos van a pagar este mes», señala uno de ellos, Carlos Avalos.

La incertidumbre pesa sobre todo el personal de San Esteban, grupo minero propietario de la mina, que ya la semana pasada advirtió de que estaba a punto de la bancarrota y que dudaba poder pagar los salarios.

Los tribunales han ordenado congelar 1,8 millones de dólares de beneficios del cobre que debía percibir en previsión de demandas de indemnización.

El sindicato ya ha pedido al Gobierno que no sean los mineros los paganos de la situación y que se les asegure su futuro. El Ejecutivo ya ha dicho que «hay muchos chilenos parados». M. AVILA ROLDÁN

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo