CRíTICA cine
«Predators»
Mikel INSAUSTI
Robert Rodríguez ha tomado una de las mejores decisiones de su vida, al quedarse como productor de “Predators” y ceder la dirección al prometedor cineasta de origen húngaro Nimród Antal, un fiel heredero de aquella cantera de grandes artesanos que llegaron a Hollywood desde la Europa del Este y contribuyeron a desarrollar el cine de género en su modesta vertiente de la serie “B”. Detrás estaban vigilantes los ejecutivos de la Fox, quienes han decidido resucitar la franquicia de “Depredador” 23 años después, porque parece que hay un fenómeno nostálgico de recuperación de las películas de los 80. Antal sale bien parado de semejante encerrona en el tiempo, ya que no es fácil lidiar entre amantes de los clásicos y nuevas generaciones que quieren otra cosa. Logra contentar a todos, aún a sabiendas de que superar la película original de John McTiernan era misión imposible, gracias a que no se ha vuelto loco y ha sido consciente de las limitaciones y posibilidades reales del proyecto.
La idea que el Robert Rodríguez de “El Mariachi” presentó en su día era tan sencilla como la de la multiplicación, que tan bien le había funcionado a James Cameron con la continuación de “Alien” en plural. Esos depredadores que él había imaginado entonces se habían quedado olvidados en un cajón del estudio, y fue por culpa del fracaso de la secuela hecha por Stephen Hopkins, ya sin Arnold Schwarzenegger como protagonista, y que planteaba el cambio de escenario de la jungla salvaje al asfalto urbano. Rodríguez y Antal recuperan el ambiente selvático sin mayores esfuerzos, simplemente con trasladar la acción a otro planeta de parecidas características ambientales a la tierra. La inevitable pérdida del factor sorpresa al trabajar sobre un argumento conocido la compensan con un tipo de terror que no tiene que ver con el suspense, sino con el hecho de que el peligro crezca proporcionalmente al número y variedad de cazadores alienígenas, a los que además se dota de una especie de perros de presa.