Lehendakari en el país de las maravillas
El lehendakari Patxi Lopéz inició ayer su curso político con la tradicional reunión del Consejo de Gobierno en el palacio Miramar de Donostia. En su comparecencia pública posterior habló de un país donde reinan la tranquilidad y la armonía, que avanza imparable por la senda de la revolución «de la normalidad», que respira un nuevo aire con una «ETA casi desaparecida» y un conflicto que casi ni incordia. Utilizó para argumentar su ya conocido discurso los datos del turismo, y salvo la maniquea utilización del «rebrote de la violencia callejera» para desacreditar la apuesta de izquierda abertzale, bien podría haber dicho que éste ha sido un verano idílico, de los de la serie televisiva «Verano azul», y este país un escenario de maravillas como el creado por Lewis Carroll para Alicia.
Su presentación como «fabricante de consensos» y ese empecinamiento en proyectarse como un «oasis en la política» sin duda funciona en la opinión pública española. Allí la bronca es permanente y la utilización de los aparatos de Estado para fines partidistas, descarada. De hecho, ya hay desde la mentalidad de estado quienes postulan a Patxi López como representante de una clase dirigente española para una «segunda transición». Son conscientes de los pies de barro de su Gobierno de coalición, fruto de un pacto de estado no declarado, lo trucado y falseado que está el mapa político e institucional en este país y la necesidad de recompensar servicios prestados.
El lehendakari, sin embargo, conoce perfectamente la realidad aunque quiera edulcorarla. Sabe que hay una izquierda abertzale que va en serio y convencida de su apuesta ganadora. Sabe que el Estado no ha encontrado sucedáneo para legitimar operaciones de asimilación, y que hay suficiente masa crítica independentista, que bien dimensionada, será eje fundamental de un futuro muy próximo de soluciones. Sabe que aquí hay un problema de derechos básicos y no de competencias. Lo sabe porque cada día son más los que le transmiten de primera mano esa idea, también desde dentro de su partido.