Me encanta ver a cientos o miles de personas diariamente en todos los informativos televisivos del globo con su credencial identificativa colgada del cuello. Es una manera de ser y estar en instituciones, congresos, conversaciones uni o plurilaterales y un largo etcétera de lugares en los que se reúnen hombres y mujeres alrededor de una rueda de prensa, una conferencia, un acto cualquiera, o simplemente para hacer un programa de televisión en directo, con esa manía que tienen de mostrarnos las entretelas de los platós. Quien no aparezca por lo menos una vez en su vida en la tele o en facebook con una credencial, puede considerarse un ciudadano feliz, porque lo que es seguro que el hombre feliz no llevaba camisa, pero mucho menos credencial.

Así que uno se imagina a los estudiosos, investigadores se autotitulan y creo que cobran por esa categoría de alguna universidad que han descubierto, lo han argumentado, lo han publicado y hacen ostentación de su estudio, con su credencial al cuello, ufanos por un congreso cualquiera diciendo con toda la gravedad que requiere la ocasión, que según sus conclusiones, se puede detectar simplemente mirando la forma de caminar de una mujer si ésta tiene orgasmos vaginales. Estos caballeros aparecen viendo caminar a mujeres árabes y aseguran las que tienen ese don, quienes no, y además, nos aleccionan diciendo que pese a lo que se cree, en esos países hay muchas mujeres que logran ese punto tan añorado.

Estos estudios y otros todavía más absurdos pueblan las pequeñas noticias, en verano, y en etapas de sequía informativa, pero son de tan poco fundamento, que uno podría pensar que se trata de una campaña de desprestigio de la ciencia, que ver a tipos asegurando con esa frivolidad el valor académico de estos supuestos estudios, pormenorizando sus argumentaciones en la manera de mover las caderas y el pubis, que parece más que lógico que la autoridad competente en estas materias, de entrada, les quite la credencial. Viendo a estos tipos banales, uno apuesta por la ciencia infusa, difusa, o críptica, antes que por estas vulgarizaciones y además sobre un asunto tan delicado.