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El devenir del laborismo depende de la batalla de los hermanos Miliband

La batalla por la elección del nuevo líder laborista, con una clara ventaja de los hermanos David y Ed Miliband sobre Ed Balls, Dianne Abbot y Andy Burnham, está abierta. El resultado, que se conocerá el 24 de setiembre, víspera de la conferencia anual del partido, es impredecible ya que se cree que dependerá de la transferencia de votos de los otros tres candidatos. David Miliband será la continuación de la corriente Blair, frente al reformismo de su hermano Ed, que cuenta con el apoyo sindical.

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Soledad GALIANA

La carrera por hacerse con el liderazgo de laborismo británico ha entrado en su última etapa con el inicio de la votación de los miembros del partido, que ya pueden registrar su preferencia por uno de los cinco candidatos que optan a sustituir a Gordon Brown, después de que éste abandonara la dirección de la formación tras la derrota electoral que puso fin a 17 años de gobiernos laboristas en Londres.

De entre los cinco candidatos, Dianne Abbot, Ed Balls, Andy Burnham, David Miliband y Ed Miliband, son estos dos últimos, los hermanos Miliband, los que parten como favoritos según los analistas políticos británicos. Especialmente David, que asegura contar con el apoyo de más de la mitad de los portavoces del grupo parlamentario laborista en la Cámara de los Comunes del Parlamento londinense de Westminster.

En una carta dirigida a los miembros del partido, once de los veintiún portavoces anunciaban su voto para David Miliband, entre ellos los ex ministros de Finanzas, Interior y Justicia, Alistair Darling, Alan Johnson y Jack Straw, respectivamente, que anteriormente habían formado también parte de los gabinetes de Tony Blair.

«Conocemos al resto de candidatos por su presencia en el Gabinete, pero creemos que David Miliband será el mejor líder para nuestro partido... Entiende que es necesario reconstruir la organización de nuestro partido como un movimiento para el cambio», afirman los firmantes de la carta.

Sin embargo, se espera una votación tan ajustada que es posible que haya que tener en cuenta las segundas y terceras transferencias que los votantes laboristas introduzcan en sus papeletas para decidir el resultado. Por ello, los partidarios de Ed Miliband cuentan con que el complejo sistema de voto del Partido Laborista beneficie a su candidato, y han identificado a miembros que apoyan a Ed Balls para solicitarles que le sitúen como segunda preferencia.

Se espera que el 80% de las papeletas estén de vuelta para el recuento que se lleve a cabo a finales de esta semana, y el anuncio del nuevo líder se producirá oficialmente la víspera de la conferencia anual del partido, que se celebra el próximo 25 de septiembre.

El hecho de que dos hermanos se enfrenten en la carrera electoral por liderar el partido ha despertado el interés de los medios de comunicación, que han centrado sus informaciones bre estas «primarias» laboristas en la confrontación política entre David y su hermano Ed. En sus declaraciones, todos los candidatos, incluídos los Miliband, han intentado alejar el debate político de las cuestiones familiares, aunque con poco éxito.

Mientras, David y Ed Miliband intentan afrontar los futuros problemas asegurando que se apoyarán el uno al otro independientemente de quién sea el ganador.

Lo que sí es cierto es que las manifestaciones públicas de figuras del defenestrado Nuevo Laborismo, que significó la deriva de la «izquierda» británica hacia la socialdemocracia, especialmente las de Peter Mandelson y, muy indirectamente, las de Tony Blair a favor de David Miliband, han sido rechazadas por ambos hermanos.

Mandelson apuntó a que una victoria de Ed Miliband, que propugna una reforma del partido, conllevaría el ostracismo para los laboristas en las próximas elecciones.

«Enfermos y cansados»

Por su parte, el beneficiario de sus declaraciones, David, fue muy sabio al señalar el apoyo público de Mandelson como un peligro para su campaña, y rápidamente apuntó a que los laboristas «están enfermos y cansado de que se repitan las batallas del pasado». Y para zafarse de una posible acusación por parte de su hermano de que su liderazgo reencarnará el de Tony Blair, afirmó que «es hora de avanzar».

La candidata de la izquierda laborista, Dianne Abbot, advirtió a Mandelson durante una entrevista con la BBC de que «su era se ha acabado y el público no quiere volver a los ejercicios de relaciones públicas, triángulos políticos y guerras internas que caracterizaron ese periodo».

El fuerte rechazo a las declaraciones de Mandelson pone en duda que una agenda de nuevo laborismo tenga algún futuro dentro del partido, y ése es precisamente el obstáculo clave en la carrera de David Miliband hacia el liderazgo del laborismo, ya que a pesar de sus recientes desmarques está claramente asociado con la tradición de Tony Blair, mientras que su hermano menor, Ed, se ha ganado el apoyo de los predecesores del Nuevo Laborismo, los tradicionalistas del partido, como Neil Kinnock.

Estos defienden que la formación debe centrarse en los grupos más desfavorecidos de la población que abandonaron el partido en las elecciones, y que suponen un porcentaje tres veces superior al del resto de los votantes laboristas, y en los votantes liberal-demócratas que se sienten traicionados por la coalición de la formación que lidera Nick Clegg con los conservadores, que actualmente gobier- na en Londres.

En un ataque a su hermano David, Ed advirtió de los peligros de mantenerse dentro de la «zona protegida» que es el Nuevo Laborismo y la atracción del voto de la clase media.

Precisamente su posicionamiento a la izquierda de David y la percepción dentro del partido de que sería un buen candidato de cara a las próximas elecciones, podría darle la victoria a Ed, quien no representa realmente la izquierda del partido, como sucede con Dianne Abbot, pero que podría beneficiarse de las segundas preferencias del resto de los candidatos.

Una vez más todo seduce a una competición entre hermanos, en la que los otros tres candidatos juegan un papel secundario, de extras.

Tanto David como Ed tienen sus puntos fuertes y sus debilidades. David cuenta con el apoyo de la maquinaria que hizo de Blair un líder y Ed con aquellos que desean el fin del periodo que transformó al laborismo británico en un partido de centro-derecha.

La victoria de David aseguraría la supervivencia de rostros conocidos dentro del partido, lo que le facilitaría el acceso a los medios de comunicación y a las fuentes de financiación.

Sería una gran sorpresa, además de un cambio profundo en la imagen del partido y un giro a la izquierda que dificultaría la recepción de donaciones políticas, que los laboristas se decantaran por Ed. Pero su victoria atraería la atención de los votantes y de los activistas comunitarios. Estos podrían considerar la posibilidad de que Ed represente un cambio real que sería apoyado por los sindicatos y las izquierdas, que aún estando relegadas a un segundo plano, siguen existiendo dentro del partido a pesar de los esfuerzos de Mandelson por hacerlas desaparecer.

Así pues, los laboristas encaran una difícil elección, que perfilará no sólo el futuro del partido, sino de Gran Bretaña, por- que un error en la designación del líder del laborismo aseguraría la permanencia de los conservadores en el Gobierno, y abocaría a la formación política a una situación similar a la actual tras las próximas elecciones previstas para el 11 de junio de 2015.

Amplia participación para elegir al líder

El líder del Partido Laborista es elegido por los miembros de la formación, divididos en tres grupos electorales: los diputados y eurodiputados, los miembros de las agrupaciones laboristas y los sindicatos y otros colectivos afiliados, dando así voz a los cargos electos, a los activistas de la calle y a las centrales sindicales que fundaron el partido. Antes de 1970, eran los diputados los que designaban a su líder.

Hay 271 diputados y eurodiputados, pero millones de afiliados en los sindicatos, lo que significa que el voto de un diputado equivale a miles de votos sindicales. Así mismo, hay diputados que pueden tener varios votos. Es el caso de Ed Balls que cuenta con cuatro, como diputado, como miembro de una cooperativa aliada con el laborismo, como miembro de la sociedad Fabiana asociada al partido y como miembro de otra agrupación.

Cada voto es transferible y los electores pueden numerar a los candidatos en orden de preferencia. El candidato con menos apoyos es eliminado y sus votos se distribuyen entre los que aparecen en las papeletas como segunda preferencia. S.G.

Blair ataca a Brown en sus memorias y apunta al Nuevo Laborismo como solución de futuro

El nuevo libro de memorias del ex primer ministro británico Tony Blair no ha incumplido las expectativas y ha creado la controversia esperada, especialmente por sus ataques contra su sucesor, Gordon Brown, al que acusa de haber intentado sobornarle mediante el escándalo del nombramiento de ciertos donantes al partido en la Cámara de los Lores.

En sus 718 páginas, Blair detalla la división en el liderazgo del Partido Laborista y su difícil relación con Brown, excelente y cercana hasta que el ex primer ministro se hizo con las riendas de la formación. En una entrevista con «The Guardian», afirma que llegó a la conclusión de que sería un desastre como primer ministro, aunque le cree un ministro de Finanzas «brillante». Blair describe a Brown como un «hombre extraño» que, pese a su «enorme habilidad», carecía de «inteligencia emocional». Pero asegura que hubiera sido imposible evitar que Brown liderara el Gobierno debido al apoyo de las bases del partido y de los medios, y añade que apartarle hubiera «desestabilizado de forma inmediata» el partido y el Ejecutivo y su ascenso para liderarlos se habría «acelerado».

Dianne Abbot, una de las candidatas al relevo al frente del laborismo criticó a Blair por no esperar un poco más para «acuchillar a Brown» y hacerlo en un momento difícil para el partido.

El ex primer ministro dice sentirse «angustiado» por las muertes británicas en la guerra de Irak. «Lo lamento desesperadamente, lamento las muertes tempranas, lamento el sufrimiento de las familias, que se agrava con la polémica sobre por qué murieron sus seres queridos», escribe Blair, que sigue defendiendo su decisión de participar en esa contienda al considerar un riesgo mayor dejar a Saddam Hussein en el poder.

Sobre el futuro del laborismo, advierte de que su permanencia en la oposición es directamente proporcional al rechazo de la agenda del Nuevo Laborismo, e indica que la derrota electoral de Brown responde a su marcha atrás en la reforma pública, evitando mencionar los escándalos de los gobiernos que él lideró y la impopularidad generada por la participación británica en las guerras de Irak y Afganistán.

Blair no se decanta por ningún candidato, consciente de que su apoyo a David Miliband sería perjudicial. S.G.

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