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Análisis | Coyuntura económica

La economía europea, a las puertas de un otoño agitado

Hay que señalar que a causa de la crisis la hetereogeneidad europea se ha acentuado; se están originando divergencias profundas en la zona euro entre dos grupos de países.

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Anton BORJA Profesor de EHU-UPV

Después de un verano que ha estado caracterizado por noticias que han puesto en duda la recuperación económica, el autor augura un otoño «tormentoso» y desgrana en unas pinceladas la evolución que puede darse en la economía europea y también en la mundial.

Durante el verano las malas noticias económicas están siendo abundantes, y se anuncia un otoño tormentoso. En Estados Unidos el estancamiento económico permanece y durará, al menos, hasta final de año. Han disminuido los pedidos de bienes duraderos y el mercado inmobiliario va en descenso, ya que las ventas de viviendas nuevas y de viviendas usadas bajaron en julio el 27% y el 12%, respectivamente. Por otra parte, las economías domésticas mantienen una debilidad creciente bajo la presión de los créditos pendientes y, asimismo, el mercado de trabajo sigue deprimido.

En la zona euro las perspectivas tampoco son buenas, aunque hay que hacer matizaciones según los países. En particular, Alemania va mejorando sus indicadores económicos, tanto en las exportaciones como en el crecimiento del PIB (2,2% en el segundo trimestre). En cambio, la economía francesa siguen estancada, por no señalar a la economía española, con una tasa de paro del 20% frente a una tasa media de 10% en la eurozona.

En este contexto, cabe destacar que las finanzas públicas son fuente de duda para los inversores privados, que no se fían de la solidez de los planes de austeridad adoptados por economías como la griega, la española, la italiana, entre otras. No es casualidad que las agencias calificadoras hayan bajado la nota a deudas como la irlandesa y que estén en el punto de mira las deudas públicas de los llamados países periféricos europeos.

Hay que señalar que con la crisis la heterogeneidad europea se ha acentuado. Por una parte, hay un primer grupo de países, como Alemania, Holanda, Finlandia, Bélgica y Austria, cuya capacidad de exportar a países emergentes supone el 8-10% de su PIB (10,5% en el caso alemán); además, el nivel de autofinanciación empresarial es grande y varía del 80% al 150% (en Alemania, el 102%); y el peso de la producción manufacturera industrial supone del 50-65% del total. Estos factores, entre otros, favorecen un cierto crecimiento económico y la posibilidad de hacer frente con mayor facilidad al endeudamiento, tanto público como privado.

Pero existe, asimismo, otro grupo de economías como la española, la italiana, la irlandesa y la portuguesa, en las que el peso de las exportaciones hacia países emergentes supone un 2-4% de su PIB, lo que constituye un factor negativo, dado su limitado mercado interno y su relativo poco peso dentro de los flujos intracomunitarios. En esos países la capacidad de autofinanciación empresarial es menor del 80% (un 25% en el caso portugués) y el peso de la industria manufacturera ronda el 50%. En estos países, aplicando políticas neoliberales utilizan las políticas de ajuste (entre ellas la compresión salarial) para reducir déficits públicos y mantener varios años bajos crecimientos económicos.

Todo lo anterior origina divergencias profundas en la zona euro entre estos dos grupos de países, en la política monetaria expansionista, en el crecimiento económico y en la dinámica salarial. En este sentido, es posible afirmar que la economia europea e internacional presente en los próximos meses las siguientes evoluciones:

-persistencia de un mundo a dos velocidades, donde los países emergentes son el motor del crecimiento económico mundial, a pesar de un cierto ralentí en el caso de China.

-en Europa, la heterogeneidad entre los países va a aumentar, dadas sus diferencias respecto a la evolución del comercio mundial y sus divergencias en políticas presupuestarias.

-la crisis de las deudas públicas no ha terminado, dado que ciertos países europeos van a sufrir más para reducir el déficit público (como en el caso griego y español, entre otros). Los planes de austeridad conducen a un circulo vicioso sobre el crecimiento y sobre las finanzas públicas, con lo que está garantizado la degradación social y el estancamiento económico.

-los bancos centrales (tanto el BCE, como el británico) van a tener que mantener los tipos de interés del dinero en valores muy bajos.

-se mantendrá la debilidad de los tipos de interés de los préstamos a largo plazo, con la anticipación del expansionismo monetario, temores deflacionistas y un nivel elevado de aversión al riesgo por parte de los inversores internacionales.

-se dará una fuerte volatilidad de los tipos recambios monetarios, en particular la paridad euro/dólar, que va a dar que hablar, entre las malas noticias sobre la coyuntura estadounidense, la prosecución del agravamiento del déficit corriente y de los temores ante ciertas deudas europeas.

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