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«La Quincena no puede ser el Salzburgo del sur, es imposible equipararlos»

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Patrick ALFAYA I Director general de la quincena musical

A Patrick Alfaya, actual director general de la Quincena Musical tras los treinta años en el cargo de José Antonio Echenique, le ha tocado hacerse cargo del festival en uno de los momentos más críticos de su historia. Hombre de amplia experiencia como gestor de orquestas, reconoce, no obstante, que no es la crisis más grande que le ha tocado lidiar.

Mikel CHAMIZO |

Un día antes de clausurarse la Quincena Musical, Patrick Alfaya aceptó reunirse con GARA para hacer un repaso de lo que ha dado de sí una edición marcada por un enorme recorte presupuestario, derivado de la crisis económica.

La estructura de la Quincena Musical es extraña, con un denso tramo inicial en el que los conciertos se superponen y un gran parón con motivo de Aste Nagusia. ¿Es inevitable que tenga que ser así?

Hay intención de cambiar un poco la estructura para espaciar los conciertos. Con ciertos artistas no puedes hacerlo porque tienen una fecha y punto, pero con los ciclos de música antigua, contemporánea y jóvenes, que son más flexibles, queremos llegar a una solución para que no se superpongan. En cuanto a la Semana Grande, cuando llegué aquí todo el mundo me dijo que durante esos días no se puede ni se debe hacer nada. Pero este verano, como se ha cambiado la Semana Grande de fechas, nos ha pillado con tres grandes conciertos programados en esos días, y en dos de ellos se agotaron las entradas. Esto me he hecho reflexionar, porque ya estábamos planteando para el año que viene una Quincena sin Semana Grande pero ahora creo que podríamos hacer algo en el Victoria Eugenia.

Este años las entradas se han puesto a la venta un mes antes de lo habitual. ¿Por qué lo han hecho así?

Por la crisis económica. El salir a la venta antes nos permite ver cómo va evolucionando la venta y poder tomar medidas para impulsarla o irnos preparando en caso de que se sobrevenga el déficit. La gente además tiene así más posibilidades de ir escalando la compra de las entradas, en vez de gastar mucho dinero de sopetón.

¿Se han perdido abonados por motivo de la crisis?

No, no se han perdido abonados, pero nos consta que algunos han tenido problemas para pagar este año, así que para el que viene estamos estudiando la posibilidad de poder hacerlo en tres plazos.

Este año el recorte presupuestario ha sido de unos 400 mil euros y para el año que viene esperan un recorte de otros 200 mil. Le ha tocado ponerse al frente de la Quincena en uno de los momentos más difíciles de su historia.

Sí, pero me preguntaba el otro día Mª Jesús Aranburu si me arrepentía y no, no me arrepiento. Fue mucho peor cuando llegué a Galicia y me encontré a toda la orquesta protestando porque querían cobrar. Vengo del mundo de las orquestas y sé que los recortes de dinero público que está sufriendo la Quincena son una cosa generalizada. A mí lo que realmente me preocupa es conservar el patrocinio privado. Las instituciones públicas van a intentar rebajar su aportación, pero ellos forman parte del patronato y sabemos que no se van a ir y que, cuando las cosas vayan mejor, volverán a subir sus ayudas. Ahora bien, la empresa que se va es muy difícil recuperarla. Este año no hemos perdido a ningún patrocinador. Veremos que pasa para el 2011, en enero verán la cuenta de resultados y decidirán, aunque de momento parece que están contentos con la Quincena.

¿Van a poder seguir manteniendo el modelo de festival con un presupuesto que no llega ni al millón y medio de euros?

No sé quien me preguntaba hace poco si yo podría decir que la Quincena es el Festival de Salzburgo del sur de Europa. Yo lo único que puedo decir es que el Festival de Salzburgo, la última vez que fui hace tres o cuatro años, tenía un presupuesto que sobrepasaba los 50 millones de euros. Es completamente imposible equipararlos. La gente en estos casos cree que basta con recurrir a la imaginación, pero ya puedes tener toda la imaginación del mundo que si te echan con pies de cemento al agua te mueres igualmente. Hay que buscar giras y colaboraciones, pero la Quincena, por sus fechas, principalmente puede colaborar con el Festival de Santander, lo que tampoco es fácil porque, por motivos presupuestarios, presentan su programación mucho más tarde que nosotros.

Denos una visión real de lo que ha supuesto el recorte presupuestario. ¿Qué cosas que habían planteado no se han podido realizar este año?

La Orquesta Sinfónica de Londres se ha quedado en el camino. Eso ha sido lo más grande. También recitales, queríamos traer a alguna estrella de la ópera como Violeta Urmana, pero hubo que parar las negociaciones. Ha afectado también a una serie de conciertos de jóvenes al aire libre, que no son muy caros pero que nos suponía tener que cortar más programación en el Victoria Eugenia, algo impensable porque el teatro nos da mucha taquilla y nos permite seguir haciendo cosas. Ahora estamos en un equilibrio difícil. No podemos seguir cortando programación en el Kursaal porque ya ha caído el dinero público, pero si cae también la recaudación de taquilla el festival puede caer en una espiral muy peligrosa de pérdida de presupuestos. Una de las mejores cosas que ha logrado Echenique al frente de la Quincena es que sea el festival del Estado español con más autofinanciación, alrededor del 35 por ciento de los ingresos vienen de la venta de entradas. Por eso la taquilla es vital, y en el momento en que empiezas a recortar conciertos te cargas la taquilla.

¿Qué otras cosas decidieron que debían salvar a todas costa?

Este año hemos podido salir adelante porque, aunque el recorte fuera de 400 mil euros, algunas cosas las hemos podido encajar bastante bien. Por ejemplo la Orquesta de Liverpool, que decidió ir también a Santander y a Santiago, lo que nos ha permitido compartir gastos y reducir mucho los costes. Otro momento crítico llegó cuando teníamos que cancelar al Mariinsky. Teníamos un agujero enorme y nos era imposible pagarles, pero el coste artístico para el festival hubiera sido catastrófico. Y encima no teníamos sustituto, porque esto pasó a tres meses del comienzo del festival. Afortunadamente, a última hora les salió otro concierto en Croacia y pudimos compartir gastos y salvar sus actuaciones. Pero los políticos tienen que saber que no siempre podemos hacer estos encajes de bolillos.

Hace tiempo se viene diciendo que los cachés de los artistas están disparados ¿Hay una tendencia a comprender la situación económica también por parte de ellos?

Están dispuestos hasta cierto punto. Entienden lo que ocurre en el mundo, pero en el caso del Estado español les da completamente igual, pues ha jugado a ser de primera división metiendo muchísimo dinero, dinero malgastado en una gran parte a base de macro-conciertos y en traer super estrellas y orquestas de primera cueste lo que cueste y sin apenas cobrar entrada. En algunas provincias se ha podido escuchar a la Concertgebouw pagando mucho menos de lo que cuesta ir a su sede en Amsterdam. Eso es una aberración. Ahora que no hay dinero es cuando estamos dándonos cuenta de que el Estado español está en segunda o tercera división. Los artistas pueden rebajar su caché para actuar en Alemania o en el Estado francés, porque les interesa, pero en el Estado no quieren hacerlo.

Las entradas de la Quincena son muy baratas en comparación con las de otros festivales europeos. ¿No se han planteado subir el precio de las entradas?

Sinceramente no. Aunque Donostia sea una ciudad con más fuerza económica, seguimos siendo un país de mileuristas. Mucha de la gente que viene a la Quincena tiene dinero, es cierto, pero lo que no queremos es dejar fuera a aquellos que están en peor situación. Habrá que ir subiendo los precios poco a poco, pero no creo que éste sea el mejor momento.

Los momentos más destacados de la Quincena

Si Alfaya tuviera que quedarse con un momento concreto de esta Quincena Musical sería con la velada de danza que ofrecieron los Ballets de Monte-Carlo. «Me encantó la cara de sorpresa general con una coreografía de 1913», explica, en relación al rescate que hicieron los de Monte-Carlo de la coreografía original de «La consagración de la primavera». También le gustó muchísimo el concierto con los tres ballets de Stravinsky por parte de Gérgiev y la Orquesta del Mariisnky. En cuanto a la Orquesta de Liverpool, le gustó «verla en tan buena forma tras los malos momentos por los que ha pasado». Entre las cosas que cree que se podrían mejorar, Alfaya cita el Ciclo de Jóvenes intérpretes, al que «hay que darle un mejor envoltorio», y la producción de algunos conciertos de la Quincena Andante. En el plano puramente musical, un concierto que le decepcionó un poco fue el del pianista Rafal Blechazs. «Le he escuchado varias veces y siempre me ha impactado ¯reconoce Alfaya¯. En Donostia hubo un despliegue de medios técnicos importante, pero, sobre todo en la primera parte, no se generó un ambiente, me pareció muy frío». M. C.

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