Raimundo Fitero
Sigue en la tele
El imputado Baltasar Garzón sigue apareciendo en la tele. Sigue entrando y saliendo de sedes judiciales. Sigue dando ruedas de prensa. Pero ahora es a la defensiva. Jurando por su honor. Se ha convertido en una especie de supuesto delincuente con guardaespaldas pagado por todos. Su afán de notoriedad le ha llevado a esta circunstancia que dadas las connotaciones que se derivan de lo que el Tribunal Supremo ha ordenado se investigue podríamos estar ante una especie de Belén Esteban de la Audiencia Nacional. «Por mi hija, mato», dice la princesa del pueblo, y el supuesto podría decir algo así como «por mi hija, absuelvo».
Y es que el rollo de que hay una conspiración de los jueces contra el justiciero mayor, ya no cuela. Lo de que está siendo juzgado por investigar los crímenes del franquismo, es una falacia que sus propagandistas se han encargado de hacer correr, pero ahora, de lo que se le acusa es bastante más grave porque se trata de que supuestamente firmó considerando favoreciendo a unas entidades bancarias que le subvencionaban unos cursos en Nueva York. Es decir que aquí no hay ética, ni moral, ni asuntos políticos ni principios de justicia universal, sino dinero. Mucho dinero. Y está metida, al parecer, según se deriva de la investigación solicitada por el Tribunal Supremo a la Guardia Civil, su hija, a la que se le pagó unos veinte mil euros. Por lo tanto, si esto va adelante, se confirma, y se le juzga, su prestigio quedará para vestir platós de televisión.
Los legos sabemos mucho de confesiones, disculpas, defensas encendidas de inocencia. Lo vemos en la tele constantemente. Y la intervención televisiva última del supuesto, es digna de colocarse como paradigma de la exculpación con trampa. O dicho de otro modo, de la autoinculpación por negación asertiva. Del desarrollo de los procesos no podemos ni suponer nada, pero de momento lo vemos ahí, en la tele, rodeado de micros, como un famosete cualquiera, como un supuesto de Gürtel y aledaños, recibiendo medallas. Uno más del circo. Santiago Segura le debería dar un papel en el Torrente 4. Jorge Javier, tiene un filón para seguir haciendo neorrealismo televisivo.