CRÍTICA clásica
Medio Kursaal para Michel Camilo
Mikel CHAMIZO I
Un concierto que era todo un regalo, con uno de los mejores pianistas de jazz del mundo, un programa diferente y divertido, además de un precio muy razonable y, sin embargo, los donostiarras dieron la espalda a este primer KlasikAT de la OSE con un Kursaal medio vacío. No sé cómo le habrá ido a la gira en el resto de capitales de Euskal Herria, pero lo que pasó el jueves evidenció nuevamente que muchos donostiarras sólo pueden discernir la calidad de algo cuando se lo ofrecen mascado dentro de un festival. Qué pena, porque la velada fue extraordinaria. No en vano, terminó con todo, absolutamente todo el público presente puesto en pie para agradecer a Michel Camilo los inconmensurable bises que regaló, varias improvisaciones sobre standards -uno de ellos el célebre tema del «Adagio» del «Concierto de Aranjuez»- de un virtuosismo y brillantez sin límites.
Antes de dar rienda suelta a todo su talento improvisatorio, Camilo presentó dos obras sinfónicas de grandes dimensiones. La «Suite para piano, cuerdas y arpa» es una recopilación de cuatro de sus piezas para trío, deliciosamente orquestadas en un elegante estilo hollywoodiense por Joseph Gianono. Camilo pudo lucirse aquí en todas las vertientes de su personalidad, desde la fuerza desbocada de «Tropical Jam», a la delicadeza un tanto raveliana de «In Love». A la «Suite» le siguió el «Concierto para piano y orquesta nº1», de más de media hora de duración. Mucho más clásica en su estructura y desarrollo, no parece que Camilo haya podido redondear del todo esta composición. La orquestación, en concreto, chirría en ocasiones, y ata en corto las posibilidades expresivas del conjunto. Pero Camilo, cuya técnica y sonido ya lo quisieran para sí muchos concertistas clásicos, volvió a ofrecer aquí un espectáculo pianístico de primer nivel.