Finalmente Serbia apoyó la resolución de la ONU en la que Belgrado se compromete a negociar con Pristina sobre cuestiones prácticas derivadas de la nueva situación creada tras la independencia de Kosovo. El objetivo inmediato de la resolución es facilitar la convivencia, en su sentido más amplio, entre serbios y kosovares de ambos lados de la nueva frontera, siempre con especial énfasis en las relaciones entre las dos comunidades que viven en ambos estados, en algunos casos de manera muy conflictiva. Es decir, pretende mejorar relaciones y facilitar las vidas de quienes allí habitan. Obviamente, existen otros objetivos a medio plazo, entre los que destaca la integración de ambos estados en la UE. Interés que comparten Belgrado y Bruselas, promotora de la resolución. El texto suscrito fue tachado por la delegación serbia de «neutral», y aunque verbalmente mantuvieron su retórica más dura, a nadie escapa que con su firma buscan pasar página y, legítimamente, ganar crédito y peso dentro de la comunidad internacional. Mientras tanto el Gobierno español continúa haciendo el ridículo, siendo más papistas que el Papa y más «chetnik» que Dragoljub Mihajloviç -el fundador de esa guerrilla-.