análisis I MOVIMIENTOS POLÍTICOS EN EUSKAL HERRIA
La estrategia de la NaBai de 2007 es cada vez más vieja
Cada uno es muy libre de quedarse con la maleta en la estación esperando a un tren que ya no pasará, pero EA y la izquierda abertzale no están dispuestos.
Ramón SOLA I
La fotografía conjunta de la izquierda abertzale y EA de ayer seguramente ha esconcertado a quienes insisten en preservar a ultranza la fórmula de Nafarroa Bai que rige desde 2004. Evidentemente hay un punto de contradicción entre el acuerdo estratégico EA-izquierda abertzale y el preacuerdo electoral EA-Aralar (el tiempo dirá si es posible que todas las piezas se ajusten). Sin embargo, si se levanta la vista sobre la cuestión de la marca electoral y se mira al horizonte aparentemente común (el cambio), todo resulta más nítido.
La apuesta de NaBai en 2007 fue posibilista, de corto plazo. Se produjo en un momento político en que efectivamente pudo haber opciones de conformar un gobierno con el PSN y mandar a la derecha a la oposición, algo que habría celebrado también la izquierda abertzale, aunque la ilegalización le hubiera dejado fuera de la jugada. Pero no hay razón para nostalgias, porque todo el mundo sabe que –como dice Rubalcaba– llegó Ferraz y mandó parar. Cada cual es libre de quedarse en el andén en aquella estación con su maleta, a la espera de un tren que no va a pasar. La izquierda abertzale y EA no lo están, así que han iniciado otro diseño de cambio diferente a aquel que tenía riesgo evidente de acabar en cambiazo.
Que el partido de Maiorga Ramírez haya fijado esta posición contribuye a confirmar que aquel tacticismo de NaBai, sin base ideológica férrea ni ikurriñas, se ha quedado viejo. Quien no lo vea puede hacer un ejercicio práctico: comparar este decálogo con el documento que pactaron las delegaciones de Fernando Puras y Patxi Zabaleta en 2007.
La fotografía conjunta de la izquierda abertzale y EA de ayer seguramente ha esconcertado a quienes insisten en preservar a ultranza la fórmula de Nafarroa Bai que rige desde 2004. Evidentemente hay un punto de contradicción entre el acuerdo estratégico EA-izquierda abertzale y el preacuerdo electoral EA-Aralar (el tiempo dirá si es posible que todas las piezas se ajusten). Sin embargo, si se levanta la vista sobre la cuestión de la marca electoral y se mira al horizonte aparentemente común (el cambio), todo resulta más nítido.
La apuesta de NaBai en 2007 fue posibilista, de corto plazo. Se produjo en un momento político en que efectivamente pudo haber opciones de conformar un gobierno con el PSN y mandar a la derecha a la oposición, algo que habría celebrado también la izquierda abertzale, aunque la ilegalización le hubiera dejado fuera de la jugada. Pero no hay razón para nostalgias, porque todo el mundo sabe que –como dice Rubalcaba– llegó Ferraz y mandó parar. Cada cual es libre de quedarse en el andén en aquella estación con su maleta, a la espera de un tren que no va a pasar. La izquierda abertzale y EA no lo están, así que han iniciado otro diseño de cambio diferente a aquel que tenía riesgo evidente de acabar en cambiazo.
Que el partido de Maiorga Ramírez haya fijado esta posición contribuye a confirmar que aquel tacticismo de NaBai, sin base ideológica férrea ni ikurriñas, se ha quedado viejo. Quien no lo vea puede hacer un ejercicio práctico: comparar este decálogo con el documento que pactaron las delegaciones de Fernando Puras y Patxi Zabaleta en 2007.
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