José Manuel Francisco es uno de los técnicos mas metódicos y meticulosos en el panorama de las traineras y dedica gran parte de sus días al estudio de los entrenamientos y regatas. Para el día de ayer el de Moaña lo tenía claro; Urdaibai había terminado «sobrado» la primera jornada y en caso de llegar proa con proa con los verdinegros la victoria no se les podía escapar. Así se lo hizo saber a su cuadrilla, y estos aceptaron gustosamente el pulso lanzado por Korta, quien amenazó a sus rivales con demoler la regata desde la salida.

Y así hubiera sido, si no fuera por la dura resistencia que encontró Kaiku a su paso. Urdaibai salió con todo y no se amedrentó ante la txanpa fulgurante de la «Bizkaitarra», mientras que por las calles exteriores San Juan y Orio aguantaban el paso del ciclón, sabiendo que tarde o temprano amainaría.

Los sestaotarras no cedieron en su intento de poner tierra de por medio respecto a los txos, pero los intentos baldíos se tornaron en un mar de dudas que entraron por la proa de la trainera e inundaron las tostas de la «Bizkaitarra». Kaiku cedía el mando y San Juan se le echaba encima, por lo que se aferró a la ciaboga para tratar de darle la vuelta a la situación. Pero la maniobra acabo convirtiéndose en su propia tumba.

Nada más girar, en un abrir y cerrar de ojos, la «Bou Bizkaia» metía la sexta marcha y Asier Arego enfilaba la proa hacia la primera victoria bermeana.

Los galácticos se vieron rezagados, incapaces de enseñar la estela de sus poderosas paladas a sus rivales, y se convirtieron por primera vez en dos años en una cuadrilla terrenal. La presión con la que acudían a la cita que les conduciría al Olimpo o al Infierno hizo mella en los vizcainos, y demostraron ser humanos. Kaiku se hundió, sin oponer resistencia, y vio incapaz como un «fueraborda» amarillo lo dejaba en la cuneta.

Orio piensa en la Liga

Los aguiluchos acudían a su cita favorita con las heridas aún abiertas, ya que en el seno de la parroquia amarilla seguían escociendo los 18 segundos de desventaja con los que arrancaban la jornada. Orio cerraba el lote de los aspirantes en la ciaboga con una desventaja de seis segundos sobre Urdaibai y un bote respecto a San Juan, hasta que Carrillo empezó a gobernar la «Mirotza» sobre las olas donostiarras.

Orio se exhibió en el largo de vuelta y en su camino hacia la victoria en la regata más importante del año fue dejando atrás uno a uno a sus rivales. Ni siquiera un Urdaibai que empezaba a saborear las mieles del triunfo pudo frenar el vendaval amarillo, que buscaba imperiosamente un bálsamo que le diera vida de cara a la liga. Más de un oriotarra se lamentaría poco después del tiempo perdido en la primera jornada.