Ya era evidente que no han cambiado
La operación policial llevada a cabo ayer por la Guardia Civil se trataría, según la izquierda abertzale, de un sabotaje contra la nueva fase que se está abriendo en Euskal Herria. No parece desacertado denominar sabotaje al indisimulado intento de abortar la oportunidad de solución democrática, intento que se remonta a las vísperas del debate en el seno de la izquierda abertzale. Y también responde a la necesidad, confesada ayer por el ministro español de Justicia, Francisco Caamaño, de demostrar a los sectores más extremistas de la derecha española que el Gobierno español no tiene intención alguna de abordar un proceso democrático. Ambas razones, o sinrazones, aparecen como impulsoras de la política del Gobierno para con Euskal Herria, aunque supongan cercenar la libertad de expresión de la mayoría de la sociedad vasca -hace escasos días- y los derechos más elementales de innumerables ciudadanos, nueve de ellos a estas horas incomunicados en dependencias de la Guardia Civil.
Si los arrestos pretendían demostrar, como subrayó Caamaño, que el Gobierno de Madrid «no ha cambiado», la operación no era necesaria, pues ya era evidente su nula voluntad de aceptar la confrontación política. Sobraba semejante despliegue policial y mediático, no era necesario asaltar los domicilios de nueve personas e incomunicarlas para demostrar que las graves carencias democráticas de ese gobierno siguen intactas.
La detención de Arnaldo Otegi y otros independentistas en octubre pasado tuvo lamentables consecuencias que aún perduran, pero también a consecuencia de la misma se aceleró el debate de la izquierda abertzale y de él surgió un amplio y firme compromiso de ésta y posteriormente de otras fuerzas para lograr unos mínimos democráticos en los que también la opción independentista pueda ser materializable. La prohibición de las dos manifestaciones convocadas en Bilbo para el pasado sábado provocó la conversión del apoyo a la manifestación inicial en un movimiento por los derechos civiles en Euskal Herria. Son sólo dos ejemplos que muestran el camino equivocado de un Gobierno incapaz de cambiar ante los nuevos tiempos.