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Frágiles trazos con los que Matisse contó historias íntimas

No es su faceta artística más conocida, pero no por ello la menos importante; y es que Henri Matisse, además de pintar, realizó grabados sobre madera y papel. Parte de esta obra podrá verse en la sala BBK de Bilbo hasta el próximo 30 de octubre. En «El arte de grabar», la sencillez de las líneas llenas de contenido concluyen que menos puede ser más.
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Oihane LARRETXEA | BILBO

«Un signo basta para evocar un rostro, no hay necesidad de imponer a la gente unos ojos, una boca (...). Hay que dejar campo libre al ensueño del espectador», decía Henri Matisse (1869, Le Cateau-Cambresis -1954, Niza) en el libro «Escritos y consideraciones sobre arte». «El arte de grabar», la colección de cuarenta grabados -pertenecientes a la familia del artista- que hasta el próximo 30 de octubre expone la sala BBK de Bilbo, es un fiel ejemplo de ello. En las obras que cuelgan de las paredes, apenas se aprecian sencillas y finas líneas, trazos que, en realidad, a pesar de su aparente sencillez, componen rostros y sinuosos cuerpos de mujer que representan las distintas etapas de su vida.

Durante su trayectoria como artista, Matisse realizó alrededor de ochocientos grabados, y, curiosamente, tal y como explicó Gorka Martínez, director de la Fundación BBK, en la exposición se muestran, entre otras piezas, la primera, titulada «Henri Mattisse gravant» (1900-1903) y la última, «Trois têtes. A l'amitié», de 1952. A lo largo de su carrera -en la que, además de pintar, también esculpió-, los grabados abarcaron todos los períodos de su vida y llegó a realizarlos en seis técnicas diferentes: «La punta seca, que es la que más se aproxima al dibujo con pluma; el aguafuerte, que permite matices, aportando grises y medios tonos; el grabado en madera; el linograbado; aguatinta y litografía», explicó Martine Soria, comisaria de la muestra, quién agregó que «a la aparente facilidad del trazo, se le une el conocimiento de las distintas técnicas del grabado».

La relación que el artista guardó con el papel fue «esencial», porque desde los primeros esbozos realizados en su adolescencia hasta su muerte dibujó, recortó y grabó sobre éste material, «pues es la piel que capta la luz», relató la comisaria.

Menos es más

«Para Matisse el grabado no era un medio de difusión de arte, de su obra -señaló-, sino un medio de creación íntima». Hacia 1939, el artista manifestó la importancia que la expresión gráfica tenía para él y llegó a declarar que no consideraba el dibujo como un ejercicio de especial habilidad, sino como un medio de expresión de sentimientos y estados de ánimo «simplificados, sin embargo, para dar mayor sencillez y espontaneidad a la expresión que debe de trasladarse al espíritu del espectador», detalló.

Los objetos que reflejaba en el papel no eran naturaleza muerta, pues ésta «no le interesaba». En lugar de estos paisajes, Matisse trabajó la figura humana: «Ella es -contó Soria, recordando las palabras del polifacético artista-, la que mejor me permite expresar el sentimiento que tengo por la vida», y, así, grabó «sin tregua» retratos, desnudos así como cuerpos vestidos y, a partir de 1914, realizó los primeros monotipos.

Precisamente, en la exposición abundan los cuerpos de mujer -aunque también realizó cuerpos de hombre-, ya sean dibujados a base de simples trazos o más complejos. A la hora de componerlos, sin embargo, el procedimiento era el mismo: «En primer lugar la dotó de gracia y condensó el significado de su cuerpo buscando sus líneas esenciales», dijo Matisse. En ese sentido, la comisaria explicó que, aunque él sabía hacer retratos que guardaban fielmente el parecido «era necesario ir más allá y prescindir de cierto academicismo, penetrar en él e intentar plasmar su interioridad, forjar su expresión». «Lo único que hay que recordar es lo que se ve», dijo una vez Matisse.

ENORME, PERO RARO

Todos los museos del mundo cuentan con grabados de Matisse, explicó la comisaria de la muestra, Martine Soria, aunque admitió que su difusión ha sido «enorme y rara a la vez», porque aunque la colección es amplia, no es fácil encontra un grabado en circulación: «Quien compra una obra sobre papel de Matisse difícilmente se desprende de ella».

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