El alcalde de Duisburg se mantiene en el cargo y echa la culpa al resto
El Loveparade que se cobró una veintena de muertos en julio pasado sigue acaparando el interés público en Alemania. El alcalde de Duisburg se resiste a dimitir y la alta política alemana le trata como un leproso. Las investigaciones policiales siguen abiertas.
Ingo NIEBEL | COLONIA
Siete semanas después de la tragedia del Loveparade, que se saldó con 21 muertos y 500 heridos el alcalde de Duisburg, Adolf Sauerland, se ha garantizado la continuidad en el cargo. Gracias a los votos de su partido, la Unión Demócrata Cristiana (CDU), la oposición fracasó el lunes en su intento de quitarle del cargo por medio de una moción de censura.
La semana pasado el Ayuntamiento presentó un informe, elaborado por un bufete de abogados, que absuelve al alcalde de toda responsabilidad en la catástrofe. El túnel que servía tanto de entrada como de salida al recinto del festival se convirtió en una trampa mortal para un gentío que, atacado por el pánico, no podía avanzar ni retroceder. Desde entonces una comisión especial de la Policía de Colonia investiga a sus homólogos de Duisburg, al Ayuntamiento y al organizador del festival para dilucidar las responsabilidades de lo sucedido.
El alcalde Sauerland esgrime las investigaciones para «aclarar las responsabilidades». Éstas recaen, en su opinión, tanto en la Policía como en la empresa Lopavent. El organizador, Rainer Schaller, ha reconocido que en el recinto no había ningún sistema de megafonía, tal y como había exigido la Administración municipal antes de concederle el permiso. Sauerland dice ahora que era tarea de la Policía y no del Ayuntamiento la de controlar si el organizador cumplía con estos requisitos, pero un informe policial dado a conocer hace dos semanas culpa, por su parte, a la alcaldía y a Lopavent. La empresa reaccionó colgando varios vídeos en la página web www.dokumentation-loveparade.com. Las imágenes dan la impresión de que una cadena de agentes policiales es la causa del letal atasco en el túnel.
Mientras tanto, la insistencia del alcalde para quedarse en su puesto le ha concedido a él y a la ciudad a situaciones cada vez más difíciles. El fin de semana pasado tuvo lugar un concierto en Duisburg al que acudieron tanto el presidente de la República, Christian Wulff (CDU), como la presidenta de Renania del Norte Westfalia, Hannelore Kraft (SPD). Ninguno de ellos quiso salir en una foto con Sauerland. Cuando las autoridades tomaron asiento en la primera fila, el alcalde tuvo que sentarse en otro extremo, guardando el máximo de distancia que permitía el protocolo.
Otro punto por aclarar es el trato informativo que los medios alemanes dieron al desastre. Desde este martes, el Consejo de Prensa Alemán ha de decidir sobre las 247 quejas que ha recibido, principalmente por las fotos de los fallecidos en el lugar del siniestro que varios medios de comunidación publicaron forma sensacionalista y sin que se tuvieran en cuenta los derechos de las víctimas.