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«La actuación de las tropas extranjeras ha sido nefasta»

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Nazar Mohamed Popal
Candidato independiente a las elecciones afganas

Podríamos decir que Nazar Mohamed Popal se encuentra en una posición equidistante entre Hamid Karzai y el mullah Omar. Como ambos, nació en Kandahar. Este joven pastún concurre por primera vez a las elecciones aunque, según dicen, tiene muchas posibilidades de lograr un escaño. Entretanto, recibe a GARA en su residencia de Kabul.

Karlos ZURUTUZA

Resulta muy difícil encontrar el retrato de este o aquel candidato entre los miles que inundan la capital afgana. Los carteles parecen tener vida propia y luchar entre sí por un hueco en paredes, postes de teléfono, farolas...pero se acaban difuminando entre la competencia. Barbas canas o teñidas de henna; bigotes negros, turbantes y algún que otro velo componen las piezas de un mosaico heterogéneo y multicolor que, sin embargo, apenas distrae ya la atención del kabulí de a pie.

A pesar del caótico y tortuoso tráfico de Kabul, finalmente damos con la calle. Sabemos cual es el número gracias a la escolta armada de Popal, que nos espera en la puerta. Tras la presentación, observamos enseguida que el candidato luce el mismo turbante negro que en su cartel electoral. Pero su discurso va más allá de las meras curiosidades folklóricas y regionales.

Concurre usted por primera vez a la Cámara Baja afgana. ¿Cuáles serán sus prioridades si resulta elegido?

Como para cualquier afgano, mi prioridad es la religión pero lo primero que quiero hacer si resulto elegido es potenciar la economía. En realidad, ésa es la causa principal de la situación que vivimos en estos momentos. Piense usted que los talibán reclutan a sus efectivos fácilmente en las zonas más deprimidas del país. Cada uno de sus combatientes recibe un sueldo mensual de entre 200 y 300 dólares, mientras que nuestros policías, por poner un ejemplo, cobran 150. Si consiguiéramos invertir esa ecuación, no me cabe la menor duda de que se acabaría la guerra en Afganistán.

¿Cree usted que las elecciones del próximo sábado resultarán salpicadas por el fraude como lo fueron las anteriores?

Desgraciadamente, me inclino a pensar que existe un 50% de posibilidades de que eso ocurra, sí. Hay gente como los «señores de la guerra», grandes terratenientes y hombres de negocios muy ricos con el suficiente poder para interferir en el desarrollo normal del proceso. Sólo un trabajo concienzudo desde el Gobierno puede evitar el fraude, pero no me siento demasiado optimista a este respecto.

Ciertos sectores pastunes han denunciado en numerosas ocasiones que los miembros de dicha etnia, la mayoritaria en Afganistán, han quedado exclui- dos de los cargos públicos, en general, y del Gobierno, en particular. ¿Qué opina de dichas afirmaciones?

Son absolutamente ciertas. Los pastunes no somos bienvenidos en el Ejército, la Policía ni en muchos otros ámbitos del Gobierno porque se nos vincula siempre con los talibán. Los recientes episodios de «infiltrados» que atentan después desde dentro de los cuarteles no ayudan, está claro. Si bien es cierto que la mayoría de los talibán son pastunes, no lo es menos que representan una minoría entre nuestro pueblo. Sólo ahora se están dando cuenta del error que supone esta división dirigida desde el Gobierno. ¿Cuáles son las opciones reales de sobrevivir para un pastún cuando ni siquiera puede optar a un sueldo de policía de 150 dólares? Y me remito a lo que ya he explicado antes.

¿Cuáles son, en su opinión, otros de los errores cometidos en Afganistán?

Todos sabemos que han sido muchos pero, en mi opinión, la mala actuación de las tropas extranjeras ha sido nefasta para el país. En las áreas tribales pastunes han existido desde siempre muchísimas diferencias tribales, por propiedades, por antiguas rencillas... Las tropas de la Coalición han actuado desde el principio sin ningún conocimiento previo de la compleja sociedad afgana y, lamentablemente, han resultado cómplices en un «juego» fatal para nuestro pueblo. Me explico: un jefe de clan podía ir donde los americanos y decirles que esta familia tenía vínculos con Al-Qaeda, o que aquella aldea era un nido talibán, y la mayoría de las veces se trataba simplemente de gente humilde que no tenía ningún vínculo con los integristas. Los americanos actuaban inmediatamente, sin molestarse en cotejar la información. Y cuando me refiero a actuar hablo de matar a gente en sus casas, en bodas; sea desde tanques, drones (aviones sin piloto)... El resultado de todo esto es que hoy hay mucha gente que perdió su casa, sus familiares y que, sin ser talibán, lucha contra un Gobierno que no supo reaccionar ante una situación tan lamentable.

¿Sería la vida más fácil para ustedes sin la presencia de las tropas de la llamada Coalición en su país?

Hasta que no contemos con una Policía y un Ejército lo suficientemente fuertes seremos totalmente dependientes de su presencia. Si se retiraran en estos momentos las consecuencias para el país serían terribles, volveríamos a una guerra civil en la que los talibán serían muy difíciles de derrotar dado su poder actual. Y las consecuencias no sólo se dejarían notar aquí sino también en el resto del mundo.

Pero ya se barajan posibles fechas de retirada, ¿no es así?

No creo que se retiren antes de completar su agenda porque ello significaría que han perdido una guerra que ellos mismos empezaron. Cuando los rusos se retiraron de Afganistán los americanos hicieron lo mismo dejando al país sumido en el caos. No pueden cometer el mismo error.

Habla usted de la «agenda» de los estadounidenses. ¿Cuáles son, en su opinión, los puntos concretos de ese plan?

En la Conferencia de Bonn en 2001, los americanos declararon que su única intención era derrotar a Al-Qaeda en Afganistán, pero ahora sabemos que hay algo más. Sólo buscan extender su poder a una zona eminentemente estratégica como es Afganistán, fronteriza con Irán, Pakistán y China, además de con tres repúblicas ex soviéticas de Asia Central.

Es usted pastún originario de Kandahar (uno de los principales bastiones talibán), asegura que su pueblo se siente excluido del Gobierno actual y se muestra muy crítico con la actuación de las fuerzas de la Coalición. ¿Qué le detiene a la hora de unirse a los talibán?

Sin duda, mi visión del Islam. No tiene nada que ver con la que han importado los árabes de Al-Qaeda.

¿Confía entonces usted en una posible negociación con los talibán?

Sin duda, ése es el único camino hacia la paz. Si el Gobierno es capaz de corregir las injusticias cometidas contra nuestro pueblo, muchos de los combatientes renegarán de los talibán porque, como ya he dicho, no comparten su ideología. Quiero pensar que algún día seremos capaces de abrir las cárceles para que puedan volver a sus casas, y también de que podremos incluir a los talibán en un futuro Gobierno.

Diversos analistas apuntan a que la estructura del actual Gobierno afgano es demasiado centralista para un país en donde el poder se ha repartido históricamente en unidades muchísimo más pequeñas. ¿Qué opina usted?

Lo cierto es que durante los dos primeros años del Gobierno de transición tras la llegada de las tropas extranjeras hubo paz en Afganistán; las diferencias nacionales, religiosas..., no suponían motivo para el enfrentamiento. Pero luego llegaron en cascada los errores de la Coalición, los de muchos agentes corruptos dentro del Gobierno...y a todo eso se le sumó la concienzuda labor de los servicios de inteligencia paquistaníes e iraníes para instigar el caos en nuestro país y extender sus esferas de influencia en la región. La primera experiencia positiva de los dos primeros años demuestra que el Gobierno en sí mismo puede ser una herramienta eficaz para gobernar este país.

¿Cree usted que Hamid Karzai es un líder igualmente capaz?

A pesar de los numerosos errores en su gestión, Karzai ha conseguido cosas que nadie antes había logrado. Tenga usted en cuenta que nosotros, los afganos, únicamente hemos unido nuestras fuerzas para luchar contra un enemigo más fuerte, sea el imperio británico, los soviéticos...Pero nunca para la paz. Sin embargo, Karzai ha sentado el gérmen de una unión pacífica entre los distintos pueblos afganos que necesariamente ha de funcionar si se subsanan todos los errores.

Por el momento, desde ciertos sectores se baraja una división del país en las áreas que comprenden cada grupo nacional: tayikos al noreste, uzbecos al noroeste, hazaras al este y pastunes al sudeste. ¿Estaría usted de acuerdo con la creación de un «Pastunistán»?

¿Por qué se empeñan ustedes los occidentales en promover dichas fórmulas? ¿Cuáles son sus intereses? Afganistán es sólo uno, cada piedra, cada niño, cada área tribal...todo es parte de Afganistán. Incluso las áreas tribales pastunes dentro de Pakistán deberían integrarse en Afganistán en un futuro.

¿No resulta contradictorio defender la unidad de Afganistán y plantear al mismo tiempo la división del vecino pakistaní?

En absoluto. Pregúntele usted a un pastún de Peshawar (Pakistán) si es paquistaní o afgano y le dirá que es lo segundo. Pregúntele usted a un tayiko de Panshir o a un uzbeco de Mazar (ambas localidades en Afganistán) y también le dirán que son afganos.

JUEGO FATAL

«Han actuado desde el principio sin ningún conocimiento de la complejidad tribal afgana, y han resultado cómplices en un juego fatal para nuestro pueblo»

pastunes

«Los pastunes no son bienvenidos en el Ejército, en la Policía ni en el Gobierno porque se les vincula siempre con los talibán. Cierto es que las infiltraciones tampoco ayudan»

negociación

«La negociación con los talibán es el único camino hacia la paz. Algún día habrá que abrir las cárceles e incluir a los talibán en un futuro Gobierno»

economía

«Como para cualquier afgano, mi prioridad es la religión, pero si consigo el escaño priorizaré la economía. Es la causa principal de la actual situación que vivimos»

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