Con más de 100 muertos, en su mayoría adolescentes, el levantamiento popular que se vive en la Cachemira bajo administración india se ha convertido en un baño de sangre. Es el último episodio de un conflicto que suma más de 50.000 muertos, en estado de sitio permanente, y tras el cual subyace una de las disputas territoriales más peligrosas del mundo. Una disputa que en el peor de los escenarios podría desembocar en un conflicto nuclear. Causa de dos de las tres guerras indo-paquistaníes -las de 1947 y 1965-, con un movimiento independentista muy activo, con grupos islamistas asociados a la yihad internacional y siendo el único estado de India con mayoría musulmana, ni «la diplomacia tranquila» ni el diálogo auspiciado por la ONU han conseguido parar la sangría ni buscar solución duradera. India y Pakistán rechazan de plano la independencia y hacen de las disputadas fronteras «líneas rojas» infranqueables. Sólo una negociación sin más límites que el cielo y la voluntad del pueblo cachemir podrá abrir la puerta a un futuro en libertad. La causa Azadi (de la libertad) es, como reclaman en estos días de muerte en la calles de Srinagar, algo a lo que no renunciará Cachemira.