Todos los conflictos políticos traen consecuencias que no siempre son bien asumidas por las poblaciones afectadas, o por los propios protagonistas. Todas las guerras, de ocupación o de liberación, traen además muertos, presos, desterrados.

Lo peor de todo es cuando los conflictos, sean luchas de resistencia o guerras de dominación, se vuelven laberintos de manipulación, interesadamente; o se vuelven luchas inacabadas para unos; o se transforman en apenas asuntos policiales y de represión, para otros. Si se arrastran en el tiempo, la memoria se cubre del polvo del olvido, como si no tuvieran un origen y los protagonistas hablasen en un idioma de sordos.

Cuando esos conflictos entran en esa fase de incomprensión, valores universales como Vida, Muerte, Justicia o Libertad se transforman en un fondo de comercio político, en una trama por donde los odios y las venganzas comienzan a adueñarse de las sociedades, mientras que oportunistas y poderosos viven a cuenta de ello. Es aquí donde la recuperación de la memoria y el diálogo franco se hacen urgentes. Yo entiendo, por ejemplo, el derecho y la pasión de los españoles por querer serlo. Pero no puede ser a costa de los vascos.

Por eso, para mí participar en el documental «Sagarren Denbora», cuando el conflicto está todavía en esa fase laberíntica y de manipulación, ha supuesto una oportunidad, acaso un privilegio. Una oportunidad de recuperar la memoria y destapar las opciones que uno ha tomado, las dificultades que ha atravesado, el drama en que se ha envuelto a sí mismo y ha envuelto a otras personas. Un privilegio porque son muchas más las personas que podrían dar su testimonio; seguramente mejor que yo.

Lucha de clases; lucha de pueblos; lucha de religiones... Su resolución sólo se fragua en un diálogo de igual a igual, en el que afloran las contradicciones de unos y otros para resolverlas. Por eso, «Sagarren Denbora» ha supuesto para mí un abrirse en ese sentido, un necesario rencuentro público con parte de la verdad.

Este año, para mí, el Zinemaldia es un reencuentro con mis ausencias. Ánimos a todas ellas; las presentes y las ausentes. Yo esperaré detrás de la pantalla.

(Este texto ha sido escrito con motivo de la presentación del film «Sagarren denbora», que se proyectará en Zinemaldia los días 21, 22 y 24 de setiembre)