Al tiempo que el presidente mexicano, Felipe Calderón, se asomaba al balcón del Palacio Nacional capitalino para, bandera en mano, lanzar vivas a los Héroes de la Independencia ante un abarrotado Zócalo [la mayor plaza del país], la cifra de muertos relacionados con el tráfico de drogas siguió ascendiendo sin parar. No en vano se llevaron a cabo los festejos bajo estado de máxima alerta. Tanto así que las autoridades habían instado a los mexicanos a seguir las celebraciones desde casa «para no convertirse en blanco fácil».

Pese a los llamamientos, al menos 19 personas perdieron la vida el mismo miércoles tras un enfrentamiento con efectivos del Ejército ocurrido en la frontera entre los estados de Nuevo León y Tamaulipas, en el norte del país, que se prolongó durante siete horas, según autoridades locales.

Por otro lado, agentes de la Policía Judicial arrestaron a cinco miembros de Los Zetas en Cancún que, según versiones oficales, pretendían atentar durante «El Grito». La Policía afirmó que los detenidos portaban armas largas y granadas para lanzar el ataque.